La ofensiva de julio de 1944 en el eje de Kovel. Cazador de Panzers. Vasiliy Krysov

La preparación artillera duró unos treinta minutos. A continuación, nuestra fuerza aérea atacó las posiciones enemigas con bombardeos de alfombra y ataques a tierra. Al fin, comenzó la ofensiva. Los blindados y la infantería avanzaron al ataque a un mismo tiempo. Comenzaron a producirse feroces combates por la primera línea –al parecer, la línea defensiva principal enemiga.

Los carros de combate, cañones autopropulsados y la infantería progresaron lentamente detrás de una cortina de fuego progresiva que fue tendiendo nuestra artillería. Para el mediodía habíamos penetrado en las defensas enemigas y nos aproximábamos a los asentamientos de Dubova y Moshona. Dichas poblaciones resultaron estar fuertemente defendidas y el enemigo ofreció una enconada resistencia. Dos de nuestros carros de combate fueron incendiados y cayeron un buen número de nuestros fusileros.

Sin embargo, para últimas horas del día habíamos tomado estos asentamientos, que, de hecho, habían sido incorporados al sistema defensivo de Kovel. Toda la tripulación se desempeñó de manera espléndida en combate, coordinaron sus acciones de modo sobresaliente y mi cargador Mozalevsky, siguiendo mis instrucciones, hasta se procuró una ametralladora MG-42 una vez que hubimos expulsado a los alemanes de su primera línea de defensa.

Tras perseguir al enemigo en retirada durante toda la noche, con choques ocasionales contra destacamentos de retaguardia, llegamos a la línea Krugel’ – Bosque a 2 kilómetros al este de Krugel’ al amanecer del 7 de julio. Nuestro avance se vio aquí detenido por un intensísimo fuego de artillería, carros de combate y cañones de asalto atrincherados en la Cota 197.2, que había sido convertida en una posición fortificada por el enemigo. Ocultamos rápidamente los carros y los cañones autopropulsados entre los pliegues del terreno y los camuflamos completamente.

Al carecer de blancos claros, los alemanes dispararon sobre nuestro bosque de forma aleatoria. El ambiente estaba tan cargado y hacia tanto calor que ni de noche nos libraba el bosque del bochornoso aire de julio; los monos de las tripulaciones estaban empapados de sudor y nuestras caras sucias como las de un fogonero….

Quiero el Libro

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