Guerra entre caballeros. PANZER COMMANDER. Hans von Luck.

Los Hurricane debían de haber visto mis vehículos de reconocimiento acorazados. Supuse que nos esperaba un segundo ataque. Volví a enviar un mensaje por radio. «Hemos sido atacados por Hurricane, las secciones antiaérea y de artillería han quedado en gran parte fuera de combate. Anticipo nuevo ataque, envíen Messerschmitt». Las bases británicas debían hallarse cerca del frente. Apenas transcurrida una hora, estaban nuevamente de vuelta. Esta vez fue el turno de nuestros blindados. Con consternación, vi desde pocos metros cómo los Hurricane disparaban cohetes que atravesaban directamente nuestros blindados. Eso era nuevo para nosotros.

El único que permaneció en su vehículo fue mi operador de radio, que enviaba mis mensajes. Junto al vehículo estaba mi oficial de inteligencia, que transmitía al operador lo que yo le gritaba. Entonces, un aparato –creí reconocer el emblema canadiense- se acercó en vuelo rasante para atacar el vehículo blindado de radio. Desde una distancia de 20 metros, pude ver claramente la cara del piloto bajo su casco de vuelo. Pero en lugar de disparar, hizo una señal con la mano para que se alejase el oficial de radio y trepó con su aparato en un pronunciado ascenso. «Saca al operador del vehículo», grité, «a cubierto, los dos». El aparato había girado y se dirigía de nuevo hacia nosotros saliendo del sol por segunda vez. Esta vez disparó sus cohetes contra el vehículo de la radio. Por fortuna, los impactos no causaron demasiados daños. Esta actitud del piloto, fuera canadiense o británico, se convirtió para mí en el ejemplo de juego limpio en esta guerra despiadada.

Nunca olvidaré su cara ni el gesto de su mano.

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El SVR hackea SolarWinds. ESPÍAS. Calder Walton

En el centenario de la fundación de la inteligencia exterior soviética en 2020, el SVR llevó a cabo un hackeo al futuro: perpetró una violación masiva de datos en la cadena de suministro de software del gobierno federal norteamericano. Como señalamos en el Capítulo 1, el SVR eligió a una empresa de software, SolarWinds, para apropiarse de una actualización rutinaria de software e insertar malware en millones de sistemas descargados. En el momento de escribir estas líneas, se cree que se han visto comprometidos los sistemas informáticos de unas cien empresas (entre ellas Microsoft, Cisco e Intel), así como los del Pentágono y una docena de agencias gubernamentales estadounidenses, entre las que se encuentran los departamentos del Tesoro, Justicia y Energía. SolarWinds fue una culminación apropiada a los cien años de guerra de inteligencia entre Rusia y las potencias occidentales. Lo que comenzó con los espías de la Comintern sobre el terreno en las capitales europeas se trasladó a los cielos, al espacio y a las profundidades marinas; el conflicto se libra ahora en el mundo cibernético, persistente y en gran medida invisible para la opinión pública.

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La caballería en 1600. ACCIONES DE LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS. William P. Guthrie

Tanto los teóricos como los profesionales dedicaron mucho tiempo a pensar en las ventajas relativas de los coraceros y arcabuceros a caballo. Los coraceros tenían una superioridad abrumadora en el campo de batalla; con su peso e invulnerabilidad podían romper a cualquier caballería más ligera. Por su parte, acreedores de una movilidad y maniobrabilidad superior, y con su armamento de mayor alcance, los arcabuceros a caballo eran valiosos en escaramuzas y en combates de menor entidad que la batalla campal llamados «acciones».

El problema residía en sus proporciones relativas y en alcanzar una coordinación óptima. Algunos se mostraban a favor de las unidades mixtas; otros, de regimientos de un solo tipo. En el primer caso, los arcabuceros a caballo podían adelantarse a los coraceros para disparar, pero en batalla formaban detrás de ellos. En el segundo caso se conseguía un resultado similar según conviniese. Los llamados «medias-corazas», con menos elementos acorazados y un arcabuz, podían desempeñar el papel de escaramuzador. De igual forma, algunos arcabuceros a caballo «pesados» iban equipados con petos y cascos para combatir durante la batalla. Por supuesto, siempre había una variación considerable entre los distintos jinetes combatientes. Los mejores arcabuceros a caballo bien podían ir armados como medias-corazas. En todos los casos, los hombres mejor armados y mejor entrenados habían de formar en la primera fila, con una disminución sucesiva de ambas características en las líneas siguientes.

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Discusión de Manstein y Hitler sobre Stalingrado. MANSTEIN Y LA TERCERA BATALLA DE JÁRKOV

Hitler respondió con una negativa y ordenó al Sexto Ejército seguir luchando. Ante esta orden, Manstein decidió llamar directamente al cuartel general del Führer el 22 de enero.

Manstein: Y cuando se haya disparado la última bala, ¿qué?

El Führer: Nada cambiará el destino del Sexto Ejército. Paulus tiene que resistir, aunque le quede un perímetro de bolsa minúsculo. De esta forma retendrá muchas fuerzas soviéticas. El tiempo nos dirá si se puede ayudar con el Primer Ejército Panzer, que se dirige hacia el norte.

Manstein: En cualquier caso, hay que contar con que el Sexto Ejército se va a derrumbar. Las fuerzas enemigas que se van a liberar se dirigirán sobre los grupos de ejércitos. Estoy seguro, estoy seguro [sic] de que en 3-4 semanas estarán en Starobelsk.

El Führer: incluso si Paulus consigue aguantar algunos días más, será de ayuda. Especialmente a su grupo de ejércitos, Herr Feldmarschall. Haré, si es posible, que el Primer Ejército Panzer suba hasta su sector. Nos quedaremos con una pequeña cabeza de puente en la península de Tamán. La capitulación del Sexto Ejército es, desde el punto de vista del honor, imposible, además de que los rusos no mantendrán sus promesas.

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Ataque a la HMS Ardent. DOGFIGHT. Alfred Price

La diezmada formación del Grupo 6 sobrevoló a toda velocidad la costa de Gran Malvina disponiéndose a atacar a la HMS Ardent. Los aviones se aproximaban rápidamente por popa y Alan West ordenó «todo a babor» en un vano intento de poder emplear el cañón de 110 mm del buque. Por algún motivo, el misil Seacat no despegó de su lanzadera en un momento crítico con lo que la única defensa del buque se limitaba a un cañón de 20 mm y unas pocas ametralladoras ligeras. Mientras se dirigía a bombardear un buque a retaguardia de la fuerza de ataque, el capitán Robles vio como se iniciaba la acción: «Delante del avión del capitán González podíamos ver las trazadoras dirigiéndose hacia él. Su trayectoria de vuelo le situaba por debajo de los mástiles de la fragata. Su bomba impactó en el mar a unos 10 metros de distancia, levantando una gran masa de agua que prácticamente envolvió al buque; creo que la bomba rebotó y se empotró en el casco. Entonces, el teniente Bernhardt lanzó sus bombas una de las cuales impactó en la superestructura del buque. Entonces llegué al punto de lanzamiento y largué mis bombas».

Sin una defensa efectiva que les distrajera, los pilotos de Dagger pudieron lanzar un ataque preciso a muy corta distancia. Alan West describe lo que se sentía al estar al otro lado de las bombas: «El primer avión lanzó dos bombas, una de las cuales nos dio cerca de la popa y estalló. Hubo un enorme “bang”: parecía como si alguien hubiera agarrado la popa y estuviera sacudiendo el buque arriba y abajo en el agua. Con la explosión una columna de llamas y humo se elevó más de 30 metros. Miré hacia popa y vi el lanzador de Seacat a seis metros de altura allí donde le había enviado la explosión, con piezas de metal volando en todas direcciones».

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