Septiembre de 1941 – Ataque a una línea de búnkeres soviéticos. ¡Asalto! Acciones de combate de pequeñas unidades en el frente del este

En la estela del avance del regimiento había un número desconocido de búnkeres y posiciones defensivas soviéticas establecidas en las colinas que dominaban el valle del Izora. Estas posiciones debían ser neutralizadas con el objeto de asegurar las líneas de comunicación alemanas durante el avance sobre Slutsk. A últimas horas del 13 de septiembre, el regimiento cruzó el río al sur de Gorki y pasó la noche en dicha localidad. El ataque contra las colinas defendidas por los soviéticos al norte del río debía comenzar al día siguiente con un avance por el valle del río de los 1.er y 2.º Batallones mientras el 3.er Batallón protegía el flanco hacia el norte (Mapa 2). 

Se disponía de muy poca información respecto del terreno o de las fortificaciones soviéticas en el área. Los mapas alemanes, al igual que algunos mapas enemigos capturados previamente, eran inadecuados o imprecisos. Por esta razón, el comandante del 3.er Batallón decidió llevar a cabo un cuidadoso reconocimiento del terreno antes de iniciar el ataque. Las tareas de exploración ocuparon toda la mañana, y no fue hasta el mediodía cuando comenzó por fin el ataque del 3.er Batallón contra los búnkeres soviéticos situados al este de Gorki. Agregados a los elementos de vanguardia iban tres grupos de demolición equipados con lanzallamas y explosivos de carga hueca. Solo se requirieron unos minutos para deshacerse del primer búnker soviético.

Mientras los zapadores se preparaban para atacar el búnker siguiente, entraron en acción dos obuses soviéticos emplazados en un campo de maíz situado al oeste de Vilosi. La artillería del regimiento estaba alerta y destruyó los dos obuses y un depósito de munición cercano. Para las 16:00 horas, los dos grupos de demolición habían tomado el segundo búnker y se preparaban para atacar un tercero que presumían sería el último. Media hora más tarde estaba en manos alemanas. Los zapadores estaban a punto de retirarse y disfrutar de un merecido descanso cuando el 1.er Batallón, que avanzaba más al sur, descubrió otros dos búnkeres, uno de los cuales se hallaba a unos 1.000 metros al suroeste de Vilosi. Los grupos de demolición destruyeron ambos búnkeres en poco tiempo, allanando así el camino del 3.er Batallón hacia la Cota 312, al noreste de Vilosi.

Continuando su ataque, el 3.er Batallón consiguió ligeras ganancias a últimas horas de la tarde del 14 de septiembre, pero se detuvo a las 20:15 horas, una vez anocheció, y se retiró a Vilosi a pasar la noche. Los otros dos batallones habían hecho escasos progresos durante el día y pasaron la madrugada del 14 al 15 de septiembre en el extremo oriental de Vyarlevo. Durante la noche, aviones soviéticos arrojaron bombas sobre áreas muy dispersas, incluidas algunas posiciones defendidas por sus propias tropas. 

La toma de la Cota 312, fuertemente defendida y prevista para el día siguiente, prometía ser una tarea ardua. Aunque la hora H se había fijado en un principio a las 06:00 horas, el ataque tuvo que ser pospuesto hasta la tarde debido a que se necesitaron las horas de la mañana para efectuar un concienzudo reconocimiento del terreno por parte de dos patrullas enviadas por el 3.er Batallón…

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Peculiaridades de los métodos de combate soviéticos – ¡ASALTO! Acciones de combate de pequeñas unidades en el Frente del Este.

El comportamiento de las tropas soviéticas en los ínterin entre los grandes enfrentamientos merecía un cuidadoso análisis, ya que proporcionaba claves sobre lo que podía esperarse durante la fase inicial de la batalla en ciernes. La recopilación de información se veía complicada por el hecho de que los comandantes soviéticos pusieron todo el énfasis en la ocultación de sus planes en la fase de concentración para un ataque y durante los preparativos de los sistemas defensivos.

¡Asalto! Acciones de combate de pequeñas unidades en el Frente del Este

La efectividad del secreto y la adaptación al terreno fueron meridianamente demostradas en el traslado y reagrupación de fuerzas. Aunque la velocidad con la que los comandantes soviéticos efectuaban una reagrupación improvisada de grandes formaciones era en sí misma un logro considerable, la pericia con la que los soldados se trasladaban a la zona del ataque o de un área a otra se antojaba en ocasiones increíble. Ver a unos pocos soldados moviéndose por la nieve a gran distancia significaba a menudo bastante poco para un observador incauto y frívolo. Sin embargo, la observación constante y un recuento preciso revelaban a menudo unos cambios sorprendentemente rápidos en el estado de situación de la fuerza enemiga. 

En vista del estado de alerta constante del soldado soviético y de su área de puestos avanzados intensamente minada, cualquier preparación apresurada por parte alemana de un reconocimiento en fuerza estaba abocada por regla general al fracaso o a resultados deficientes. En circunstancias favorables, la patrulla regresaba con un solo prisionero que, o bien pertenecía a alguna unidad de servicios de retaguardia o carecía de información relevante. El mando soviético mantuvo una rígida seguridad y los soldados rara vez conocían las intenciones de sus unidades. No obstante, esta falta de información respecto a los planes de una ofensiva soviética no implicaba que poderosas fuerzas lanzasen un ataque en el mismo punto al día siguiente. 

Al objeto de celebrar los días festivos señalados del régimen soviético, los francotiradores trataban generalmente de superar las marcas existentes y, en esas ocasiones, los soldados alemanes debían estar particularmente alerta. Sin embargo, por lo general, los ataques soviéticos podían tener lugar en cualquier día, a cualquier hora, sobre cualquier tipo de terreno y en cualesquiera condiciones meteorológicas. Estos ataques debían su efectividad principalmente al logro y explotación de la sorpresa, a cuyo fin empleaban las tropas del Ejército Rojo tácticas de infiltración tanto en frentes estáticos como en el transcurso de operaciones móviles. Los soldados soviéticos eran maestros en la penetración de las líneas alemanas sin preparación artillera o fuego de apoyo, y en infiltrar por vía aérea escuadras, secciones o compañías sin levantar sospecha alguna.

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Festung Tobruk. Duelo en el desierto. De Antonio Muñoz.

La primera línea de defensa del perímetro, bautizada como Red Line, estaba formada por los 128 puestos fortificados italianos de hormigón, que se conocían con una letra y una cifra. Se añadieron faldones de hormigón para los cañones y ametralladoras que defendían cada puesto.

Se cavaron nuevas posiciones para tapar las brechas y los puntos ciegos del perímetro que no estaban batidos por armas automáticas. Morshead apartó una compañía de cada batallón como reserva a 500 metros a retaguardia. Detrás de la Red Line se construyó otro perímetro interior, la Blue Line, una serie de puntos fuertes de tamaño pelotón con piezas contracarro y ametralladoras, distribuidos a intervalos de 500 metros, y protegidos por un campo de minas continuo y un cinturón de alambradas. La Red Line absorbería el choque del ataque enemigo, mientras que la Blue Line protegía los emplazamientos de artillería situados atrás y luego destruiría los destacamentos enemigos cuando entraran en los campos de minas interiores.

Una reserva de tres batallones estaba preparada para intervenir en el caso de que el enemigo traspasara esta línea. Finalmente quedaba un tercer cinturón defensivo, Green Line, con las posiciones de la infantería cavadas en torno a los emplazamientos artilleros. Pero estas obras fortificadas tardaron mucho tiempo en completarse y cuando comenzó el ataque alemán, Morshead apenas había podido acabar de preparar la Red Line, mientras que la Blue Line no había recibido una sola mina. Las cuatro brigadas de la 9.ª División Australiana se dividieron la defensa del perímetro. La 18.ª Brigada fue designada reserva de la guarnición.

El sector oeste del perímetro fue asignado a la recién llegada 26.ª Brigada. La 20.ª Brigada cubría el sector sur, y los dos batallones de la 24ª ocuparon el sector oriental.5 Así pues, solo siete de los trece batallones de infantería de Morshead estaban desplegados en primera línea. Como cada batallón tenía una compañía en reserva detrás de la Red Line, las compañías de primera línea cubrían un sector de 1,6 km, algo más que el asignado a todo un batallón durante la Gran Guerra. Cada puesto fortificado estaba ocupado por entre diez y quince soldados…

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Defensa de Buenos Aires por el Tercio de Gallegos. Derrotas Inglesas en el Río de la Plata, 1806-1807. Luis Gorrochategui.

Sonaron los cañonazos y las 14 columnas se pusieron en movimiento. Al teniente de la 1ª compañía del Tercio de Gallegos, Luis Rañal, se le mandó de gran guardia a la Plaza
nueva, puso sus centinelas avanzados y tomó todas aquellas precauciones que exigía el caso; al amanecer el 5 advirtió que los enemigos se dirigían al ataque, voló los cohetes que llevaba para este caso, luego que tuvo la contestación de inteligencia del fuerte, se retiró.

Ya ningún defensor dudó entonces que se iniciaba el ataque. Hablemos primero de las columnas que se dirigieron directamente al segundo anillo. El regimiento 88 se dividió en dos mitades, una de ellas dirigida por el teniente coronel Alejandro Duff. Éste, desconfiando de un plan tan azaroso, prefirió dejar sus banderas en retaguardia, y sin ellas, embocó la calle Cangallo. Al llegar a la altura de Suipacha, limite del segundo anillo, descargó sobre ella tal lluvia de balas que, desviándose en esa esquina hacia el centro, trató de refugiarse en la iglesia de San Miguel, a sólo una cuadra de distancia. Llegado a ella, intentó derribar la puerta, pero sufrió terrible mortandad en el atrio, acribillado de modo fulminante desde las azoteas. Relata el propio Duff:

No bien alcanzamos la entrada de la iglesia de San Miguel, el enemigo comenzó un terrible fuego desde las casas opuestas. Habiendo perdido unos treinta hombres en esta entrada, y comprendiendo que era imposible forzar las puertas de la iglesia con las herramientas que me habían entregado, juzgué prudente desistir y penetrar más en la ciudad esperando encontrar una posición más ventajosa.

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Asalto a la batería de Brecourt. Más allá de Hermanos de Sangre. Dick Winters.

En ese instante voló una pisapatatas alemana [granada de mano] cayendo en mitad del grupo. Nos separamos lo más rápido posible, pero el cabo Joe Toye de Reading, Pensilvania, se tiró al suelo con la mala suerte de que la granada cayera entre sus piernas estando bocabajo.

Más allá de Hermanos de Sangre

Estalló cuando le gritaba «¡muévete, por Dios santo, muévete!». Su cuerpo sencillamente se levantó y volvió a caer a consecuencia de la explosión, pero no resultó herido y estuvo listo para continuar. Para entonces, un par de hombres habían arrojado granadas a los alemanes, así que después de efectuar unos disparos arrancamos una carrera loca sin detenernos si quiera a ver como estaba Wynn. El soldado Gerald Lorraine y el sargento Bill Guarnere me acompañaban mientras les arrojábamos de todo y nos poníamos en posición.

Ambos soldados llevaban tommy gun y yo tenía mi fusil M-1. Entonces, tres Jerries abandonaron uno de los cañones y comenzaron a correr en dirección a la Granja de Brecourt. Solo tuve que gritar una vez para alertar a Guarnere y a Lorraine, que dispararon de inmediato sobre ellos. Lorrain alcanzó a su hombre con la primera ráfaga. Mi disparo alcanzó a mi hombre en la cabeza. Guarnere falló su blanco, que entonces se dio la vuelta y comenzó a correr hacia uno de los cañones.

Solo había dado dos zancadas cuando uno de mis disparos le dio en la espalda y lo derribó. Entonces Guarnere acomodó su arma y llenó de plomo al soldado con su tommy gun. Justo habíamos acabado con estos tres hombres cuando un cuarto alemán surgió de la linde del bosque a unos cien metros de distancia. Yo lo vi primero y tuve la frialdad de agacharme y tratar de efectuar un buen disparo. La muerte fue instantánea. Todo este enfrentamiento debió durar unos quince o veinte segundos desde que asaltamos la primera posición artillera….

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