Midway. La batalla que condenó a Japón. Una perspectiva japonesa. De Mitsuo Fuchida y Masatake Okumiya.

Ya está a la venta nuestro primer libro sobre la Guerra del Pacífico. Como hicésemos con Nunca Nieva en Septiembre y la perspectiva alemana de la Operación Market Garden, os presentamos ahora la Batalla de Midway, el enfrentamiento que causó un punto de inflexión en la Guerra del Pacífico desde un punto de vista japonés, el de dos de sus aviadores embarcados, Fuchida (que lideró el ataque a Pearl Harbor) y Okumiya, uno de los primeros pilotos en picado de la Armada japonesa.

En nuestro afán por combinar ensayos de autores de reconocido prestigio con memorias de protagonistas en nuestro fondo, hemos elegido este libro al ser una mezcla de ambas cosas. Son memorias pero también es un concienzudo estudio de las causas de la derrota japonesa en Midway encargado a los autores, dos veteranos aviadores de la Armada Imperial Japonesa de reconocido prestigio, para la Academia de Guerra Naval japonesa con acceso a todo el material disponible.

Mitsuo Fuchida, que dirigió el primer ataque aéreo a Pearl Harbor, mandaba el grupo aéreo del portaaviones Akagi y posteriormente elaboró un estudio de la batalla en la Academia de Guerra Naval japonesa. Masatake Okumiya, uno de los primeros pilotos de bombarderos en picado japoneses, se hallaba a bordo del portaaviones Ryujo, y posteriormente sirvió como oficial de estado mayor en una división de portaaviones.

En su obra muestran que la operación fue mal concebida y deficientemente planeada y ejecutada, y exponen sin ambages sus conclusiones sobre cuáles fueron las causas y los principales responsables del descalabro japonés, que irían bastante más allá de la excelente labor de la inteligencia enemiga que permitió a los estadounidenses anticipar con precisión dónde y cuándo sería el siguiente ataque nipón. No cabe dudad de que, a pesar de los años, sigue siendo una valiosa contribución a la literatura sobre la Segunda Guerra Mundial.

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Lucha en la tundra: asalto a un búnker sovietico. ¡Asalto! Acciones de combate de pequeñas unidades en el Frente del Este

Durante el invierno de 1943-1944, el XIX Cuerpo de Montaña, que ocupaba el sector norte del XX Ejército de Montaña, estaba integrado por dos divisiones de montaña y una división de defensa costera. El cuerpo se enfrentaba a fuerzas soviéticas superiores en número. Tanto los alemanes como los soviéticos ocupaban posiciones relativamente bien construidas por tercer invierno consecutivo.

Ambos bandos limitaban sus actividades a acciones de patrulla intensivas, dándose rara vez durante el invierno las operaciones con fuerzas mayores a la escuadra. Además de la constante actividad de reconocimiento a corta distancia, que era esencial para la seguridad, especialmente en las largas noches de invierno y durante las nevadas, ambos contendientes llevaron a cabo incursiones y ataques de tanteo con el fin de recopilar información, interrumpir el tráfico de suministros y mantener intacta la moral combativa de las tropas.

A primeros de enero de 1944, el 1.er Batallón del 143.er Regimiento de Montaña recibió órdenes de prepararse para llevar a cabo una incursión contra la posición fortificada soviética situada en la Cota 858 (Mapa 36). El objetivo de esta incursión era hacer prisioneros y destruir tantas instalaciones defensivas y refugios enemigos como fuese posible. A las 00:30 horas, la partida de incursores dejó el Campamento Base 2. Los elementos de reconocimiento lideraron la marcha.

A las 03:45 horas fueron reunidos todos los hombres en la posición de partida. Las dos escuadras de apoyo ocuparon sus posiciones asignadas sin establecer contacto con el enemigo. Hofer y su escuadra comenzaron a abrirse paso hacia el este hasta el camino que llevaba al objetivo. Ocultos por la nieve acumulada en altos túmulos a ambos lados del sendero, Hofer esperaba poder acceder al complejo soviético. Cuando llegó a un lugar situado a unos 40 metros de la trinchera de comunicación que conectaba los diversos refugios y emplazamientos, Hofer vio a un soldado soviético emerger de un refugio y caminar hacia la parte nororiental del complejo.

Sin haber notado la presencia de los alemanes, el soldado desapareció en otra sección de la trinchera. Sin vacilar, Hofer decidió tomar el refugio. Justo cuando su escuadra se preparaba para el asalto, Hofer descubrió que había confundido una sección de la trinchera reforzada con piedra con un búnker….

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Pripiat: la construcción de puentes peatonales para establecer cabezas de puente.

Con posterioridad, el modo de actuar de las fuerza soviéticas apostadas en el interior de la cabeza de puente fue el típico de los métodos de combate soviéticos en 1944. Casi siempre al amparo de la oscuridad, hicieron obstinados esfuerzos de mejorar las posiciones de su cabeza de puente mediante la construcción de caminos de troncos, puestos de observación a determinada altura y plataformas de madera.

¡Asalto!

Expuestos al fuego alemán, los soldados soviéticos se movían por el terreno cenagoso, a menudo con el agua a la altura del pecho. Con los límites impuestos por la escasez de munición, los alemanes hicieron todo lo que pudieron para que la posición se volviese insostenible y los soviéticos acabasen desalojando su cabeza de puente. Sin embargo, la densa vegetación favorecía las tácticas de infiltración y dificultaba la dirección del fuego mediante observadores.

Entonces, los soviéticos comenzaron a construir un puente peatonal sumergido. Este puente, de unos dos metros de anchura, se componía de caballetes previamente ensamblados. Durante la noche, estos eran puestos en su sitio en el río, yendo las planchas de madera horizontales a una profundidad de diez centímetros bajo la superficie. Esto no presentaba dificultades técnicas debido a la lenta corriente del río Prípiat.

El puente era, por tanto, invisible a los observadores alemanes. Éstos no sospecharon de su existencia hasta que aparecieron de repente algunos cañones contracarro soviéticos en la orilla norte del río.

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HMS Ark Royal: uno de los navíos protagonistas. El Mediterráneo en la Segunda Guerra Mundial.

La Fuerza H -creada a toda prisa por la Royal Navy para llenar el vacío en el Mediterráneo occidental dejado por la extinta Marine Nationale- operaría a ambos lados del estrecho de Gibraltar de acuerdo a las necesidades del momento y, aunque tenía su base principal en el Peñón, estaba bajo control directo del Primer Lord del Almirantazgo.

Su primera acción fue destruir a la Marina de la República de Vichy, bombardeando desde el mar a los navíos franceses amarrados en el puerto de Mers-el-Kébir. Medio año después de la desagradable misión de acabar con la flota mediterránea de su antiguo aliado, el 31 de enero de 1941 la Fuerza H -formada por el acorazado Malaya, el crucero de batalla Renown, el crucero ligero Sheffield, el portaviones Ark Royal y diez destructores- zarpó de Gibraltar con el objetivo final de atacar Génova. Durante el desplazamiento debían aprovechar y destruir la represa de Santa Clara, ubicada al interior de Cerdeña.

El bombardeo contra Génova debía llevarse a cabo al día siguiente de ese ataque. Aunque el 2 de febrero a las 08:00 horas el raid contra la represa se inició tal y como estaba previsto, la imponente estructura enclavada en un estrecho valle no pudo ser alcanzada por las bombas de los aviones del Ark Royal, tarea que las malas condiciones atmosféricas volvió aún más difícil. El empeoramiento del clima obligó al almirante James Fownes Somerville a cancelar la operación y regresar a Gibraltar, atracando en sus muelles el 3 de febrero.

El segundo intento, bautizado como Operación Grog, comenzó al mediodía del 6 de febrero de 1941, a plena luz del día y bajo la estrecha vigilancia de los espías del Eje que pululaban en Algeciras y su comarca. A esa hora cinco destructores zarparon haciendo creer, a quien los estuviera observando desde la costa, que salían a cazar submarinos en el mar de Alborán. A las 13:30 horas zarpó hacia Inglaterra un convoy de buques mercantes escoltado por 9 torpederos. Por último, a las 17:00 horas, zarparon el Malaya, el Renown, el Sheffield y el Ark Royal, los cuales, protegidos por cuatro destructores, siguieron la estela del convoy hacia el Atlántico.

La finta duró hasta la llegada de la noche cuando los buques de línea y sus cuatro escoltas invirtieron el rumbo para internarse en el Mediterráneo. Pero las precauciones no fueron suficientes ya que los observadores italianos emplazados en la costa española informaron a Roma de la reentrada en el Mediterráneo de la columna vertebral de la Fuerza H. Tomando una ruta inusual el grupo pasó entre Ibiza y Mallorca reuniéndose en ese punto con el primer grupo, el de los cinco destructores antisubmarinos. Para confundir al enemigo dos de esos destructores navegaron a levante de Mallorca intercambiando entre ellos mucho tráfico de radio, para confundir a los equipos de triangulación del Eje en caso de que estuvieran a la escucha. Pero esa noche ni italianos ni alemanes estaban realizando ese tipo de búsqueda en el Mediterráneo….

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La defensa de Chugev durante la tercera batalla de Kharkov. Granaderos.

Los elementos de vanguardia del ataque se aproximaron vacilantes a nuestras posiciones. Ni una sola bala se había disparado hasta ese momento. Todo estaba tranquilo. No lograba divisar el sector de Bremer pero me mantuvieron constantemente informado a través de la compañía. Más y más rusos vinieron sobre la cresta y comenzaron a bajar la ladera. Toda ella estaba cubierta de pequeños puntos oscuros. De vez en cuando la vanguardia se detenía y escuchaba atentamente. No se oía nada, no se discernía ningún movimiento, así que luego continuaban avanzando hacia el oeste.

¿Y cuál era nuestra situación? Mis soldados estaban agazapados en sus pozos de tirador esperando la orden que los haría iniciar el combate: «¡Fuego!» Se estaban congelando. Habían estado expuestos al hielo, la nieve y la congelación durante días y días y mantenían sus armas pegadas a ellos con los dedos entumecidos, para colocarlas en el último segundo sobre la nieve endurecida y comenzar la lucha contra los soviéticos.

A través de mi auricular escuché la disminución de la distancia al blanco en el flanco izquierdo. Nunca había silencio en el teléfono. La artillería envió sus coordenadas. Bohr exclamó: «¡otros 500 metros!» Unos minutos más tarde solo 200 metros separaban a los rusos de la 1ª Compañía. Ésta solicitó permiso para disparar. Me negué a dar la orden. Ambos carros de combate soviéticos se movían ladera abajo para dar alcance a la vanguardia del ataque.

La voz de Bohr, que era el jefe provisional de la 1ª Compañía en sustitución de Bremer, volvió a susurrar por el auricular: «¡otros 100 metros!» La voz comenzó a mostrar cierta dosis de ansiedad cuando a 75 metros yo seguía sin reaccionar. Los carros de combate se encontraban a unos 150 metros de la posición cuando, a la orden de «Fuego», la muerte y la destrucción golpeó las filas soviéticas, siendo puesto fuera de combate uno de los carros de combate por un cañón de asalto. La cosecha de muerte fue espeluznante. De igual manera los elementos de retaguardia de las unidades rusas pronto cesaron cualquier movimiento. Habían caído en una trampa mortal; la ladera fue su perdición.

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