LA OFENSIVA DE NIVELLES (1917) – PERSPECTIVAS HISTÓRICAS DEL ARTE OPERACIONAL

Casi todos los ataques lanzados por los franceses entre 1914 y 1917 formaron parte de grandes ofensivas que buscaban una ruptura, penetración y conquista de objetivos distantes. Una operación que influyó en gran medida en el pensamiento militar francés y que fue reflejo de la aproximación francesa al arte operacional fue la ofensiva del general Robert G. Nivelle en la primavera de 1917. Nivelle era un excelente oficial que ascendió rápidamente en el escalafón desde el empleo de coronel en 1914 hasta asumir el mando de un cuerpo y de un ejército sucesivamente.

Perspectivas Históricas del Arte Operacional

Aunque los franceses no fueron capaces de penetrar las posiciones defensivas alemanas en 1915 y 1916, Nivelle se forjó durante este periodo una reputación de oficial de artillería innovador. Concibió la primera barrera artillera progresiva de la guerra y acuñó la máxima, «la artillería conquista, la infantería ocupa». Con la creación de una intrincada tabla de horarios, permitió a los artilleros mantener una barrera progresiva de artillería por delante del avance de la infantería. En una era sin equipos de radio móviles, la barrera progresiva demostró ser un método excelente para la coordinación de la infantería y la artillería, y contribuyó sustancialmente al poder de la ofensiva.

El intento inicial de Nivelle de emplear barreras de artillería inusualmente intensas en apoyo de los ataques de infantería fracasó en junio de 1915, pero en octubre de 1916 lanzó un ataque espectacularmente exitoso en Verdún. Tras exhaustivos ejercicios y una preparación artillera de cuatro días, empleó siete divisiones en un frente de siete kilómetros con el propósito de tomar Fort Douaumont, un objetivo de excepcional importancia a unos kilómetros al noreste de Verdún.

Aunque sus fuerzas no lograron penetrar más que tres kilómetros, el avance resultó milagrosamente profundo para los estándares del momento. Este exitoso ataque fue seguido a primeros de noviembre por un segundo que logró tomar Fort Vaux.56 En el transcurso de estos ataques empleó más de un millón de proyectiles de artillería contra las posiciones alemanas antes de iniciar una barrera artillera progresiva por delante del ataque de la infantería.

Irónicamente, Nivelle fue uno de los primeros oficiales del Ejército francés en percatarse de las tácticas de infiltración alemanas, ya que en junio de 1916 había advertido al 2.º Ejército sobre la estrecha coordinación entre su artillería e infantería y el empleo de la «infiltración» y el «cerco» con el propósito de penetrar las defensas francesas. A pesar de este prometedor descubrimiento, el método de Nivelle ponía el énfasis en la potencia de fuego de la artillería, no en la movilidad de la infantería.

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El batallón cuadrado de Napoleón en Jena. Perspectivas Históricas del Arte Operacional

A pesar de ello, el batallón cuadrado había cruzado con éxito el Bosque de Turingia en 72 horas y se había consolidado en su otra vertiente. La vanguardia de caballería del mariscal Murat trabó algunas escaramuzas el primer día con piquetes prusianos. Al anochecer del 8 de octubre, las vanguardias de las tres columnas principales habían llegado a sus lugares de parada previstos en Coburgo, Lobenstein y Münchberg respectivamente. Las dos primeras estaban a corta distancia de los bosques de Franconia, y la tercera (el IV Cuerpo de Soult) a punto de atravesarlos.

Perspectivas históricas del arte operacional – batallón cuadrado de Napoleón en Jena

En la mañana del día 9 se encontró la primera oposición real cuando la caballería de Murat, unida a su debido tiempo al I Cuerpo de Bernadotte tras atravesar a marchas forzadas el Bosque de Turingia y cruzar la cuenca alta del río Saale, se tropezó con la fuerza de Tauenzien en las inmediaciones de Schleiz. Le siguió una acción protagonizada principalmente por elementos de caballería y dragones que forzó a prusianos y sajones a retirarse, abriendo así el camino de la columna francesa del centro hacia Auma y la distante Gera. Al anochecer, las dos columnas restantes habían llegado sin incidentes a Saalfeld (V Cuerpo de Lannes) y a Hof (IV Cuerpo de Soult), y tomado o tendido puentes sobre el curso alto del río Saale.

La confusión y los malentendidos sobre las intenciones galas continuaron acosando al alto mando prusiano. Ante las noticias de la acción de Schleiz, Hohenlohe había ordenado a su ejército que cruzase el curso medio del Saale y avanzase hacia Auma con el fin de prestar apoyo y reunirse con Tauenzien, cubierto por una acción dilatoria que debía librar el príncipe Luis Fernando. Pero el superior de Hohenlohe, Brunswick, canceló la maniobra con una contraorden y cambió el avance hacia Rudolstadt.

El príncipe Luis Fernando recibió instrucciones de replegarse a Rudolstadt y evitar la batalla en la medida de lo posible, pero esta nueva orden llegó demasiado tarde a su destinatario. Desde primeras horas del día 10, Lannes y el príncipe prusiano habían estado trabados en combate en las inmediaciones de Saalfeld. Los 14.000 efectivos franceses sobre el terreno (el VII Cuerpo de Augereau se había quedado atrás) derrotaron a sus 7.000 oponentes cuando el jefe de intendencia Guindet del 10.º de Húsares mató al príncipe Luis Fernando en un combate montado cuerpo a cuerpo. Este lance desencadenó un desastre que acabó con la huida de sus hombres, 2.700 bajas (incluidos 1.800 prisioneros) y la pérdida de 33 cañones, en comparación con las 172 bajas francesas entre muertos y heridos…

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Perspectivas Históricas del Arte Operacional – Francia – Alemania – Rusia/Unión Soviética – Estados Unidos

Ahora que estamos a comienzos de un nuevo milenio y presenciamos los cambios rápidos y complejos que se suceden en el mundo, el estudio del arte operacional de la guerra se hace más crucial, si cabe. Hoy nuestros ejércitos se enfrentan a una multitud de desafíos que van desde las misiones de ayuda humanitaria en catástrofes naturales y operaciones de mantenimiento de la paz, a hostilidades abiertas y entornos de guerra.

Perspectivas Históricas del Arte Operacional

A fin de mantenerse al día con ambas necesidades y con el desarrollo de nuevas tecnologías, los ejércitos se transforman desde las estructuras pesadas de la fuerza pesadas y desplegadas de forma avanzada, a unos contingentes más ligeros y ágiles, pero también más mortíferos, estacionados en sus bases. A mismo tiempo, la magnitud de las operaciones y la estrategia está cada vez más influenciada por la participación en coaliciones y alianzas internacionales. Así, el honorable enfoque del arte operacional en la planificación y ejecución de campañas militares ha aumentado en su complejidad y diversidad, exigiendo grandes demandas a los militares profesionales.

Aunque el arte operacional debe ajustarse para acomodar estas circunstancias cambiantes, éstas no deberían acometerse sin una cierta comprensión –un marco de referencia- de la historia de la guerra a nivel operacional con el fin de clarificar la naturaleza de los problemas que podemos esperar en el futuro.

«Perspectivas históricas del Arte Operacional» es una antología de trabajos de historiadores y académicos que trazan el origen y desarrollo del nivel operacional de la guerra, el vínculo crítico entre la estrategia y la táctica. El arte operacional tiene su origen en Europa occidental. Desde las brillantes adaptaciones de Napoleón Bonaparte, los profesionales militares comenzaron a identificar esa dimensión intermedia entre los propósitos estratégicos y los objetivos tácticos en el campo de batalla. El centro de gravedad de la acción operacional es la masa de la fuerza militar enemiga y su capacidad para ejercer el mando y control de sus fuerzas. El empleo de reservas también es crítico para la conducción operacional de la guerra, así como el factor logístico. El presente libro aborda todas estas cuestiones poniendo en perspectiva grandes campañas como Jena, Gettysburg, Normandía o Tormenta del Desierto, y a grandes actores profesionales como Napoleón, Moltke, Tukhachevsky, Manstein, Zhúkov o MacArthur, ofreciendo así una clara comprensión del arte operacional y de su aplicación en la doctrina contemporánea.

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Barbarroja: La IV Luftflotte con el Grupo de Ejércitos Sur. Messerschmitt Bf 109

Al comienzo de la ofensiva el sector sur estaba cubierto por el JG 3 y JG 77. El JG 3 derribó 25 aviones, y el III./JG 77 se anotó otros 15 derribos. En este sector el Geschwaderkommodore del JG 3, Major Günther Lützow, se anotó un caza Polikarpov abatido en combate aéreo. El Hauptmann Lothar Keller del II./JG 3 destruyó cuatro aparatos, dos Il-16 y dos Il-153, mientras que otros cuatro pilotos de la misma unidad abrieron sus cuentas personales al derribar un aparato ese día. El piloto más destacado del III./JG 77 fue el Oberleutnant Kurt Ubben, Staffelkapitän de la 8./JG 77, que despachó un caza Il-16 y un bombardero DB-3 que le acompañaba.

Messerschmitt bf 109 – El cazador de la Luftwaffe. Javier Ormeño

Las cifras de derribos reclamadas por los distintos grupos pueden parecer pequeñas para una invasión a gran escala y dado los contingentes enfrentados, pero la verdad es que la mayoría de los cazas se emplearon en el ataque al suelo. La fuerza de ataque al suelo y bombardeo, que comprendía 35 Kampfgruppen y Stukagruppen, resultaron insuficientes para atacar con la intensidad requerida los 66 aeródromos iniciales. Los Bf 109 se convirtieron en el suplemento necesario para lograr los objetivos iniciales actuando como arma de bombardeo suplementaria. Con todo ello, el primer día de la ofensiva se estima que 322 aparatos fueron derribados por la caza o la flak, mientras que otros 1.500 resultaron destruidos en tierra.

Por su parte la Luftwaffe reconoció la perdida de 35 aparatos de todos los tipos; las perdidas entre la Jagdwaffe resultaron leves, aunque entre ellas se encontraban tres jefes de unidad. El primero de estos fue el Hauptmann Heinz Bretnütz, Gruppenkommandeur del II./JG 53, herido al tratar de derribar un bombardero SB-2. Alcanzado por el fuego defensivo del aparato soviético se vio obligado a realizar un aterrizaje forzoso tras las líneas enemigas. Fue socorrido por unos granjeros que le ocultaron hasta la llegada de las tropas alemanas el 26 de junio. Sin embargo no pudo salvar la vida pues la gangrena había hecho mella en la herida de su pierna muriendo poco después en un hospital. El JG 27 cayó el Kommodore Major Wolfgang Schellmann, derribó un caza Il-16 en el ataque al aeródromo de Godno, pero los fragmentos desprendidos por el aparato soviético impactaron en su avión, cayendo tras las líneas enemigas. Su puesto fue cubierto por el Major Bernhard Woldenga, anterior comandante del JG 77. El Staffelkapitän de la 8./JG 3, el Oberleutnant Willy Stange, fue derribado por la artillería antiaérea cayendo con su Bf 109 F en territorio enemigo. Ambos pilotos sobrevivieron al accidente pero resultaron muertos a manos de las tropas soviéticas.

A pesar del enorme daño infligido a la aviación soviética, no estaba ni mucho menos acabada. A media mañana del día 22 lanzaron los primeros contraataques aéreos sobre los alemanes. La última semana de junio estos ataques comenzaron a cobrar intensidad y aumentar su frecuencia, aunque carecían de coordinación y de escolta de cazas, circunstancia que aprovechaban los cazas alemanes para causar estragos. De este modo comenzaron a incrementar vertiginosamente el número de derribos obtenidos por los pilotos alemanes. El 23 de junio los soviéticos perdieron otros 775 aparatos, muchos de ellos destruidos en tierra. En una de las operaciones de ataque al suelo, el JG 27 perdió a otro de sus pilotos, el Oberleutnant Wiesinger, que fue alcanzado por las defensas antiaéreas y murió en el aterrizaje forzoso que se vio obligado a realizar.

En el sector Sur la fecha más destacada fue el 8 de julio, cuando el JG 3 derribó 38 bombarderos. De ellos, el I Gruppe acabó con 20 Ilyushin DB-3, tres abatidos por el Oberleutnant Robert Olejnik que elevó su registro hasta las 25 victorias. Pronto añadió media docena más de victorias hasta que en septiembre el I./ JG 3 fue devuelto a Alemania donde se renombró como II./JG 1. Por su parte, el II./JG 3 cambió de líder ya que el Hauptmann Lothar Keller, el anterior Kommandeur, había muerto en una colisión aérea. Su puesto fue ocupando por el Hauptmann Gordon Gollob, quien a finales de octubre había añadido a su cuenta otras 79 victorias.

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Los Húsares Alados del ejército polaco. Acciones de la Guerra de los Treinta Años – William P. Guthrie

En términos generales, el ejército polaco tenía en 1550 al mismo nivel de desarrollo que los de Europa occidental en 1450, esto es, caballeros gendarmes fuertemente acorazados apoyados por caballería más ligera e infantería equipada con armas impulsoras. Sin embargo, su evolución posterior continuó por una senda completamente diferente. Los gendarmes occidentales respondieron a las mejoras de la potencia de fuego de la infantería incrementando el peso de sus armaduras y el de sus monturas.

Con el fin de mantener la eficacia, se hizo necesario para un gendarme contar con dos, tres o incluso cinco caballos. En última instancia, el gendarme desapareció del campo de operaciones y fue reemplazado por una caballería del tipo reiter, con menos poder de pegada pero más eficiente desde el punto de vista del coste, que, a su vez, evolucionó hacia los coraceros o caballos coraza. Además, los occidentales se vieron fuertemente influenciados por la reintroducción suiza de los cuadros de picas, antecesores del Tercio. Esta «revolución de la pica» dominó el modo de hacer la guerra en occidente desde 1476 hasta la década de 1630.

Los polacos, por su parte, cayeron bajo la influencia de los modelos orientales, los otomanos, los tártaros, los serbios y, de forma particular, los húngaros. Estas reformas están asociadas con la trayectoria del rey soldado Esteban I Báthory (1576-1586). De algún modo, el gendarme al viejo estilo se fusionó con el húsar, un tipo de caballería húngara sin coraza, para formar la quintaesencia del guerrero polaco, el «húsar alado». En su forma más desarrollada, el húsar imponía una vista verdaderamente inspiradora. Llevaba una coraza de tres cuartos (como un coracero) y portaba una lanza de 4,6 metros y un sable pesado como arma de mano.

Estas unidades estaban lujosamente equipadas –las mejores compañías eran una especie de pasatiempo u ostentación para los grandes nobles- con los más poderosos caballos disponibles, elaborados adornos de piel de león, tigre o leopardo, y no menos de dos «alas» de madera emplumadas y decoradas con marcos de madera, que se fijaban a los hombros del jinete o a su silla. Aunque, a diferencia de los viejos gendarmes, los húsares solo requerían uno o dos caballos (sin coraza), el gasto de uniformar a una unidad de esta naturaleza debió de ser considerable. De hecho, había versiones menos vistosas, con adornos y monturas más ordinarios, y una sola ala o ninguna.

Estos húsares sustituyeron a los gendarmes en su rol de caballería pesada, mientras que la nobleza menor formó una caballería media más ligeramente acorazada llamada pancerni. Los cosacos formaron una verdadera caballería ligera sin acorazar, con lanzas cortas y arcos o armas de fuego….

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