Con los ocho hombres rana dirigiéndose hacia los contenedores estancos, Borghese sumergió el submarino hasta poner el borde superior de la torreta a flor de agua. Trabajando a unos cuatro metros de profundidad los ocho hombres del Reparto Medios de Asalto —los seis titulares y los dos reservas— sacaron los SLC de los contenedores, desconectando los cordones umbilicales que los tenían conectados a la nave madre y que servían para ventilar el compartimiento de baterías de los aparatos y mantener cargadas sus células, algo que convertía al Sciré en una sofisticadísima plataforma de lanzamiento de micro-naves de ataque, artefactos que por desgracia aún no estaban listos para la misión.
Fuera de los contenedores cada equipo inspeccionó su maiale correspondiente encontrando varias averías, sobre todo en el sistema de lastre y equilibrio. Sin poder comunicarse bajo el agua cada equipo partió cuando estuvo listo con la intención de converger, de ser posible, en la entrada del puerto de Gibraltar situado tres millas al sureste.
Della Penne, piloto del SLC nro. 3, en su viaje a través de la bahía nunca pudo evacuar el agua de los tanques de lastre interiores debido a la avería de las bombas de vaciado y/o trasiego. La única manera de mantener el maiale cerca de la superficie fue navegando a la máxima velocidad con el reóstato en la cuarta marcha. Pero la falta de equilibrio que mantenía el aparato apopado obligó al copiloto, el suboficial Bianchi, a usar el respirador desde el principio.
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