El raid de Alejandría – El Scire supera un campo de minas antes de soltar los Maiale

En las aguas circundantes a Alejandría la Royal Navy había extendido tres campos lineales de minas, cada uno de 20 millas de largo por 6, situados de tal manera que los buques debían seguir un difícil rumbo zigzagueante.


Las minas no solo estaban desplegadas cerca de la superficie, sino en varias profundidades unidas entre sí por cables de acero. En la práctica eran tres gigantescas telas de araña explosivas diseñadas para atrapar cualquier cosa que navegara sobre o por debajo de las olas. Aunque la inteligencia italiana conocía la posición aproximada de los campos, no pudo descubrir la ubicación específica de cada una de las bombas submarinas. Por esa razón Borghese decidió entrar en la zona minada rozando el fondo, situado a 17 metros de profundidad, suponiendo que allí habría menos trampas.

Navegando de oído el comandante movió el Sciré como una cauta rana, dando pequeños saltos a muy baja velocidad. En uno de esos brincos los marineros del cuarto de torpedos de proa avisaron que algo rozaba el casco: el cable de una mina. Con hielo en las venas y dando solo unas pocas vueltas a la hélice Borghese hizo avanzar lentamente el submarino. Tensos a más no poder los tripulantes escucharon como poco a poco el ruido se desplazó cada vez más a popa, hasta desaparecer por completo. Solo un milagro hizo que el cable no se enganchara alguna protuberancia del casco y activara la mina.


Repitiendo los saltos el hábil Borghese se desembarazó del peligroso cepo y a las 18:30 horas situó al Sciré en el punto exigido por el plan de ataque: a 1,3 millas en marcación 356 del faro del muelle occidental de la bahía comercial del puerto. Con su submarino posado a 15 metros de profundidad y mientras esperaba a que se hiciera de noche, Borghese asignó los blancos: el equipo De La Penne-Bianchi atacaría el Valiant. Marceglia/Schergat el Queen Elizabeth y Martolotta/Marino un gran petrolero en caso de no haber ningún portaaviones. Acto seguido los buceadores templaron cuerpo, mente y espíritu. Pero durante esas horas de espera no todo fue preparación espiritual guerrera, también celebraron un acontecimiento importante para la reducida familia de la Xª Flottiglia MAS.

Junto al mensaje que indicaba la presencia de acorazados en Alejandría llegó otra noticia: Bianchi se había convertido en padre de una niña. Por lo visto los amoríos de los miembros de la Xª no eran tan secretos como parecía….

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Ejército Rojo: El renacer del fénix

El primer periodo de la guerra fue catastrófico para el Ejército Rojo.39 La faceta menos importante del desastre fue la enorme pérdida de equipo.

Al comienzo, los soviéticos desplegaban 9,330.000 armas ligeras, y adquirieron otras 8,130.000 en el primer periodo; 22.600 carros de combate, y recibieron 33.600 adicionales; 112.800 piezas de campaña y morteros, y adquirieron otros 346.100 (más 4.300 lanzaderas múltiples de cohetes); y 20.000 aviones, a los que se añadieron 31.900 más. Para noviembre de 1942, una alta proporción había resultado destruida o capturada: más de 7,000.000 de armas ligeras, 25.000 carros de combate, 123.000 cañones y morteros (más 700 lanzaderas de cohetes múltiples), y 12.000 aviones de combate.40 Claramente, a pesar del territorio conquistado y el trastorno causado por el enemigo, la industria soviética hizo un trabajo espléndido en el reemplazo de las pérdidas. Además, se produjo una mejora cualitativa generalizada en el equipo a medida que diseños más modernos fueron sustituyendo a los modelos obsoletos de preguerra.


Mucho más seria fue la situación del capital humano. El 22 de junio de 1941 el Ejército Rojo contaba con alrededor de 5,165.000 hombres, de los que 2,700.000 se hallaban encuadrados en frentes operativos.41 Para el 11 de septiembre, las cifras eran de 7,400.000 y 3,463.000 respectivamente. Este incremento se consiguió a pesar de la pérdida de 2,800.000 hombres, más del 75 por ciento de ellas irrecuperables (muertos, fallecidos de sus heridas, desaparecidos en combate, prisioneros de guerra, etc.). El 1 de noviembre de 1942, hacia el final del primer periodo de la guerra, el ejército contaba con 9,300.000 hombres listos para el servicio; de éstos, 6,124.000 se hallaban encuadrados en frentes operativos. Durante el primer periodo había perdido 11,843.098, de los que 6,395.889 eran pérdidas definitivas; el 40 por ciento de las mismas se produjeron en los primeros seis meses.

El segundo periodo no fue mucho mejor, con otras 7,857.503 bajas, aunque la proporción de pérdidas definitivas cayó al 41 por ciento del total, al no capturar ya los alemanes grandes masas de prisioneros en sus intentos de embolsamiento. Incluso estas pocas cifras muestran que, frente a las asombrosas bajas, los soviéticos no solo mantenían su fuerza de combate en acción sino que incluso la incrementaron. De hecho, en el transcurso del segundo y tercer periodos, mantuvieron las fuerzas de los frentes operativos en cifras comprendidas entre 6,1 millones y 6,9 millones de hombres, a pesar de continuar sufriendo altas tasas de bajas (6,878.641 en 1944, 1,763.891 de ellas irrecuperables).

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Operación Bagration – La llegada a Orsha y al Berezina.

La propia Orsha quedó sometida al ataque desde el norte y el oeste, y el 5.º Ejército de Tanques de la Guardia se encontraba 50 kilómetros al suroeste de dicha localidad camino de Borisov y Minsk.

El grupo de caballería mecanizado, el 5.º Ejército y buena parte del 11.er Ejército de la Guardia se dirigían hacia el oeste. A últimas horas del día 28 de junio, elementos del grupo Oslikovskiy cruzaban el Berezina al suroeste de Lepel (contribuyendo a la toma de la localidad por parte del 43.er Ejército), las fuerzas del 5.º Ejército y del 5.º Ejército de Tanques de la Guardia habían llegado al río al norte de Borisov; dicha población se salvó temporalmente por la llegada el día anterior de la 5.ª División Panzer, que fue enviada apresuradamente desde el sector de L’vov.

Pero el refuerzo tardío solo tuvo un impacto local, ganando algo de tiempo en la improvisación de una suerte de defensa de Minsk con el empleo de unidades de seguridad, de diversos servicios y de restos de formaciones organizados en unidades ad hoc. No ejercería influencia alguna en el creciente desastre que se cernía sobre el Cuarto Ejército alemán. Tras la caída de Orsha, las fuerzas soviéticas comenzaron a arrollar el centro alemán, avanzando por el curso del río Drut para sorprender de flanco a las formaciones que huían de Mogilev en dirección a Minsk.

Para el 28 de junio, el 3.er Frente Bielorruso, con la ayuda del 43.er Ejército, había destruido por completo a las cinco divisiones alemanas de la agrupación de Vitebsk (unos 30.000 hombres) y derrotado a otras seis divisiones. En el transcurso de estos seis días de operaciones, el frente había tomado las «fortalezas» y nudos ferroviarios y de carreteras de Vitebsk y Orsha, avanzado unos 130 kilómetros hacia el oeste y, al mismo tiempo, ampliado el frente de la penetración hasta los 150 kilómetros.

Su papel en la destrucción del resto del Cuarto Ejército estaba muy avanzado y, junto con su vecino del Báltico, había abierto una brecha irreparable en el frente estratégico alemán. Sin embargo, no había completado del todo su misión inmediata. Borisov permaneció en manos alemanas, y la línea del Berezina no había sido rota más que por destacamentos avanzados.

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Operación Bagration – El cerco de Bobruisk. De la derrota a la victoria.

En un principio, dificultado por el terreno enlodado de las inmediaciones del río Drut, un reconocimiento deficiente, y una enconada defensa a la que contribuyó la llegada de la 20.ª División Panzer, el grupo Rogachev al norte consiguió un progreso decepcionante.

Solo logró una penetración de hasta 10 kilómetros en los dos primeros días, a pesar de la entrada en combate del 9.º Cuerpo de Tanques el 25 de junio. Al grupo Parichi le fue mucho mejor al sur, donde el 65.º Ejército empeñó a su grupo móvil hacia el final del primer día. El desmoronamiento de la defensa alentó la inserción del Grupo de Caballería Mecanizado Pliyev en la tarde del 25 de junio, penetrando con rapidez a una profundidad de 30 kilómetros.

A últimas horas del día siguiente se hallaba a 40 kilómetros al suroeste de Bobruisk y, tras cruzar el río Ptich, se dirigió hacia el oeste en dirección a Slutsk, mientras el 1.er Cuerpo de Tanques de la Guardia cortaba las líneas de comunicación de Bobruisk con el oeste. Entre tanto, la agrupación de Rogachev ganó impulso con el traslado de su grupo móvil a un nuevo eje de avance débilmente defendido por considerar los alemanes que era terreno demasiado difícil para carros de combate. De este modo, el 9.º Cuerpo de Tanques logró frustrar el intento alemán de contener el avance soviético procedente del sur con el redespliegue de la 20.ª División Panzer, anticipándose con el grueso hasta el punto de cruce del Berezina.

Junto con el 1.er Cuerpo de Tanques de la Guardia, el 9.º Cuerpo de Tanques completó el cerco de la «fortaleza» de Bobruisk. Más de seis divisiones, unos 70.000 hombres, quedaron atrapados, cifra parecida a la de Korsun-Shevchenkovskiy. Cuando los primeros elementos de la 12.ª División Panzer llegaron al rescate a Marina Gorka, al sureste de Minsk, el jefe del estado mayor del ejército tuvo que confesar, «el Noveno Ejército ha dejado de existir».

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Preparativos para la Operación Bagration – De la Derrota a la Victoria. C.J. Dick

En total, las fuerzas concentradas para la ofensiva inicial comprendían trece ejércitos de armas combinadas, un ejército de tanques, y cuatro ejércitos aéreos; siete cuerpos de tanques y mecanizados, y cuatro cuerpos de caballería; y docenas de brigadas y regimientos independientes.

Junto a la llegada de estos refuerzos, se produjo una reagrupación considerable en el seno de los frentes al objeto de crear las agrupaciones de choque (asalto) en los ejes seleccionados. Varias de las formaciones implicadas en esta gran reorganización tuvieron que viajar muchos cientos de kilómetros – unos 1.000 en el caso de dos ejércitos de armas combinadas procedentes de Crimea y del 5.º Ejército de la Guardia, que fue trasladado desde Rumanía

Una vez se hubo completado la concentración soviética, se habían desplegado casi 2,332.000 hombres, la mitad de ellos pertenecientes a tropas de combate –un tercio de los efectivos totales de todos los frentes operativos. Disponían de algo menos de 24.400 cañones, morteros y lanzaderas múltiples de cohetes, y 4.070 carros de combate y cañones autopropulsados. Como resultado de la concentración, los soviéticos consiguieron una superioridades operacionales de 2,5 a 1 en número de efectivos, 2,9 a 1 en artillería (incluidos los morteros), 4,3 a 1 en carros de combate y cañones autopropulsados, y 6,3 a 1 en el aire (concretamente, más de 10 a 1 en cazas).

Ni que decir tiene que mediante una combinación de medidas de economía de la fuerza y concentración, estas cifras se traducían en unas superioridades tácticas mucho mayores en los sectores clave: hasta 10-15 a 1 en infantería, 35 a 1 en artillería, y 20 a 1 en blindados. La Fuerza Aérea Roja disfrutaba del dominio del cielo sobre la totalidad del área de operaciones.

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