Ataque con KV-1 contra posiciones alemanas en Kalach del Don, 25 de julio de 1942. Cazador de Panzers. Memorias de un comandante de carros del Ejército Rojo

Quedaba todavía un kilómetro y medio hasta poder alcanzar las posiciones enemigas, comenzaba a clarear y podíamos vislumbrar las formas de los árboles y edificios del sovkhoz. Los alemanes tampoco habían abierto fuego todavía, presumiblemente para no malgastar munición.

Las tripulaciones anticipaban ansiosamente la acción. Todo el mundo quería atacar al enemigo con mayor rapidez, acabar con la agonizante incertidumbre –porque cierto es que no hay nada peor que la espera. Los muchachos se pegaron con ganas a los dispositivos de observación, el tirador, Vitya Belov, y el cargador, Misha Tvorogov, se encendieron unas «patas de cabra» [cigarrillos liados a mano] – qué rápido habían aprendido de los veteranos el modo de enrollar hábilmente un cigarrillo alrededor del dedo meñique. El olor del makhorka [tabaco barato y fuerte] comenzó a impregnarlo todo en el interior de la cámara de combate.

Mediaba todavía alrededor de un kilómetro entre nosotros y el enemigo, y los alemanes, tras descubrir que un gran número de carros de combate avanzaba contra ellos, desataron una tormenta de fuego. ¡Era extremadamente preciso! Un proyectil explotó unos 20 metros por delante de nuestro carro. Casi de inmediato, un segundo proyectil rebotó contra el lateral izquierdo; nuestro KV-1S de 47 toneladas se estremeció y el fogonazo de la explosión iluminó el compartimento interior –parecía que el carro se había incendiado. Pero los tripulantes no se movieron de sus puestos; nadie quería revelar que estaba asustado y todos aguardaban ansiosamente mi orden.

Yo había visto el fogonazo del disparo, pero no acertaba a divisar el cañón, que estaba muy bien camuflado, así que ordené al conductor: «¡Tolya! ¡Adelante en zigzag!». Luego me dirigí al tirador y al operador de radio: «¡Viktor, Nikolay! ¡A los artilleros alemanes con las ametralladoras! ¡Fuego!»…

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Los canarios de Luisiana. Azules y Grises

En el sur del estado de Luisiana, existía una colonia, pequeña pero significativa, de emigrantes de origen canario, los isleños, que llegaron a finales del siglo XVIII, siendo entonces gobernador el español Bernardo de Gálvez.

Este grupo de emigrantes canarios estaba formado por algo más de dos mil personas4 y se concentraron principalmente en St. Bernard Parish —en español, parroquia de San Bernardo—, localidad situada al sudeste de Nueva Orleans y que forma parte actualmente de su área metropolitana; debe su nombre al santo patrón de Bernardo de Gálvez. Este le había solicitado a su padre, a la sazón gobernador militar de las islas Canarias, que reclutara colonos entre sus habitantes para repoblar el inmenso territorio de Luisiana.

A los descendientes de los colonos canarios se les llamaba, por algunas de las comunidades de la zona, los cajuns espagnols, que desarrollaron su propio dialecto. Estos se alistaron durante la guerra de Secesión en una unidad propia, los Cazadores de St. Bernard, a los que se les unieron varios cajuns de habla francesa.

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El 5th Regiment Casadores Españoles de Avelino Avendaño. Azules y Grises.

El 21 de febrero de 1862, se constituyó oficialmente en Nueva Orleans la European Brigade, y dentro de la misma se integró el 5th Regiment Casadores [cazadores] Españoles.

La European Brigade se formó en respuesta al empuje de las fuerzas de la Unión, y en la misma se integraron los residentes europeos de la ciudad para defenderla de los yankees. En un primer momento se compuso de cuatro regimientos de infantería, una compañía independiente y una tropa de caballería. Raúl C. Cancio describía así su posterior composición:

Las unidades que se integraron posteriormente fueron el regimiento de French Guards del coronel Paul Juge júnior; el batallón de seis compañías de la Hansa Guards; el batallón de Italian Guards del mayor Della Valle; la compañía de la British Guards del capitán Shannon, el regimiento de la French Brigade y el 5th Spanish Regiment, bajo las órdenes del cántabro Avelino Avendaño.

La brigada se completó con una compañía independiente, los Veteranos franceses del capitán Fournier y la caballería de los Orleans Guides del capitán Christien. El español Avelino Avendaño tenía una fuerte vinculación y raigambre con la ciudad de NuevaOrleans….

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El frente de Beketovka. Supervivientes de Stalingrado.

Cuando bajé la escalera de hierro de la fábrica de pieles vi, para mi horror, a soldados alemanes raspando piel o costra de viejas y podridas carcasas de bovinos. Había un hedor del demonio y debían ser trabajadas en verano para convertirlas en cuero.

Cuando les dije que eso los haría enfermar me miraron sin entender, como si dijeran: ¡pues entonces danos alguna otra cosa! Cuando salté de vuelta al talud de camino a la trinchera abrió fuego una ametralladora rusa, y yo me acurruqué rápidamente detrás de las ruinas de la fábrica hasta que pude correr a mi puesto de observación. Desde el principio había estado siempre allí, sobre un montículo de nieve, mirando a través de un pequeño orificio –hasta que la nieve se derritió y ¡vi que había estado sobre una pila de muertos rusos!

Eso no me perturbó. Gracias a Dios estaban congelados, sólidos como la roca y por tanto no despedían hedor. Así que me subí sobre un cráneo para poder llegar a la rendija. Ya no podía ayudarlos. A las 13:00 horas volví al puesto de mando con gran apetito solo para descubrir que no habíamos recibido pan y que los últimos 200 gramos debían de habernos durado cuatro días. ¡De ahora en adelante solo 50 gramos –una rebanada- por día! Las señales eran cada vez más evidentes de que los tiempos más duros estaban aún por llegar y de lo improbable del socorro.

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Los holandeses vuelven a Chile (1643) – El León contra la jauría Vol.II

El 6 de noviembre de 1642 zarpó del puerto de Texel una flotilla, compuesta de los barcos «Amsterdam», «Concordia» y «Flesinga», con un total de 92 cañones entre las piezas navales y las terrestres transportadas, así como ingenieros y materiales de fortificación,
pues buscaban asentarse en la costa chilena.

Iba al mando de Hendrick Broder. En Pernambuco, aún posesión holandesa, se les unieron los buques «Orange» y «Dofijn», zarpando de nuevo el 15 de enero de 1643, pasando al Pacífico por la ruta de Hornos, pero perdiendo la «Orange». El 3 de mayo ya estaban en el archipiélago de Chiloé, tomando el pequeño fortín de Carelmapu y apresando su escasa guarnición.

El 6 de junio tomaron Castro, tras derrotar a la pequeña milicia que les opuso su gobernador, D. Francisco de Castro, que murió en el combate. En cuanto a Broder, no tardó en morir, aunque de enfermedad, sucediéndole al mando su segundo, Elías Herckman, quien planeaba tomar Valdivia.

Para ello, los holandeses pensaban contar con la ayuda de los indígenas, los araucanos, pero éstos se mostraron muy recelosos y poco amigables, lo que indujo a los invasores a secuestrar algunas mujeres y niños como rehenes para asegurar su fidelidad, lo que no
hizo sino empeorar sus relaciones.

Ya habían llegado las noticias de aquella incursión a Lima, preparándose una expedición de reconquista. De momento el virrey, D. Pedro de Toledo y Leyva, marqués de Mancera, envió a Concepción 300 hombres como refuerzo a bordo de dos barcos, mientras otros tres ligeros vigilaban de cerca a los holandeses. Como faltaran buques de guerra adecuados, se encargaron a toda prisa dos galeones de 1.200 y 1.100 toneladas a Guayaquil, mientras en El Callao se construía otro de 40 cañones, pensando que todos estarían listos en cinco meses y sobreestimando posiblemente la entidad de la fuerza holandesa.

Pero en sus planes interfirió la obligación de conducir la plata del Perú a Panamá, la Flota del Mar del Sur, que según las órdenes reales debía tener prioridad absoluta. Tras realizar con éxito la misión, solo a finales de 1644 y ya de vuelta en El Callao, pudo prepararse la expedición de reconquista.

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