Cena de la concesión de las Hojas de Roble. Teddy Suhren. As de Ases.

Frente a mí se sentaba el general Dietl, de las Tropas de Montaña, uno de los generales más carismáticos y populares de la guerra. Rogge se sentó junto a Hitler. Al final de la comida nos sirvieron a todos un poco de schnapps. Curiosamente, en el cuartel general del Führer había –para mi deleite- copas de aguardiente de la Marina, verdaderos cálices de 0,4 o 0,5 cl. Hitler era abstemio, pero dio permiso a Keitel con un asentimiento de cabeza para que propusiese un brindis. Y allá que fuimos, con el brazo flexionado a la altura del segundo botón y haciendo reverencias en todas direcciones.

Pero mientras los demás tomaban los sorbos con decoro y elegancia, yo incliné la copa a mi manera habitual y me la bebí de un trago. Apuré hasta el fondo; asombro por todas partes. Hitler sonrió, miró al ordenanza y le hizo una señal con la mano. Éste se acercó inmediatamente y me dio otra copa llena hasta el borde. Bueno, pensé para mis adentros, ya que me daban la oportunidad de tomar un buen schnapps, tendría que bebérmelo. No soy de modales delicados; sólo un simple marino, así que tendrían que aguantarse. Al parecer, al propio Hitler le gustaban este tipo de gestos espontáneos, ya que era consciente de que estaban libres de la actitud aduladora y rastrera habitual.

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