Carga de carros T-34 durante la batalla de Kursk. Michael Wittmann. As de Tigres

los carros supervivientes soviéticos llegaron a distancias de entre 900 y 800 metros, abrieron fuego con sus cañones de 76 mm, aunque lo hicieron en movimiento, sin detenerse a afinar los cálculos para un tiro certero.

Se fueron acercando cada vez más, sin dejar de disparar, rodando por un terreno algo brusco que no parecía ralentizar un ápice su carga. Los carros pesados alemanes y sus tripulaciones mantuvieron sus posiciones y contestaron con el fuego constante y preciso de sus poderosos cañones de 88 mm pese a estar en una gran inferioridad numérica.

Mientras el gran contingente blindado continuaba acortando distancias con la sección de Wittmann, éste dio nuevas instrucciones a Woll.
«¡Apunta al carro de cabeza, Bobby!», gritó Wittmann.
Woll apuntó y disparó.
«¡Impacto directo!», gritó Möller, mientras presenciaba la destrucción de otro T-34 enemigo a través de su visor blindado del conductor. Todos vieron como el proyectil penetraba la parte frontal izquierda del carro de combate con un crujido atronador. Sin embargo, el vehículo enemigo continuó rodando unos metros, se detuvo y estalló con un estruendo ensordecedor. Wittmann ordenó a su conductor que adelantase el vehículo un poco con el propósito de adoptar una mejor posición de disparo.

Tan pronto como el Tiger se hubo detenido, Woll disparó de nuevo y destruyó otro carro soviético antes de que tuviese la oportunidad de disparar contra ellos. La tripulación de Wittmann vio entonces cómo el jefe de carro del T-34 que Woll acababa de destruir trataba de sacar a su cargador herido del blindado en llamas. Logró extraer a su camarada y ambos cayeron al suelo al tiempo que otro T-34 cercano volaba por los aires tras recibir un impacto directo de otro Tiger. En cuanto los dos carristas soviéticos llegaron al suelo, salieron corriendo hasta un carro cercano que marchaba a gran velocidad. Los dos bravos carristas fueron arrollados por uno de sus propios T-34 en mitad del humo, los disparos y la confusión.

«¡Atención, viene por tu lado!», advirtió Wittmann por la frecuencia de radio de la sección. Al «General Panzer», cuyo Tiger se hallaba a la izquierda de Wittmann, se le acercaba un T-34 en llamas. A Wittmann le espantaba la idea de que el conductor de este blindado fuese a inmolarse chocando contra el carro de Lötzsch. El blindado soviético podía volar en cualquier momento por los aires y llevarse por delante a Lötzsch y a su tripulación.

Quiero el libro

Esta entrada ha sido publicada en Michael Wittmann - As de Tigres y etiquetada como , . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.