Defensa de Buenos Aires por el Tercio de Gallegos. Derrotas Inglesas en el Río de la Plata, 1806-1807. Luis Gorrochategui.

Sonaron los cañonazos y las 14 columnas se pusieron en movimiento. Al teniente de la 1ª compañía del Tercio de Gallegos, Luis Rañal, se le mandó de gran guardia a la Plaza
nueva, puso sus centinelas avanzados y tomó todas aquellas precauciones que exigía el caso; al amanecer el 5 advirtió que los enemigos se dirigían al ataque, voló los cohetes que llevaba para este caso, luego que tuvo la contestación de inteligencia del fuerte, se retiró.

Ya ningún defensor dudó entonces que se iniciaba el ataque. Hablemos primero de las columnas que se dirigieron directamente al segundo anillo. El regimiento 88 se dividió en dos mitades, una de ellas dirigida por el teniente coronel Alejandro Duff. Éste, desconfiando de un plan tan azaroso, prefirió dejar sus banderas en retaguardia, y sin ellas, embocó la calle Cangallo. Al llegar a la altura de Suipacha, limite del segundo anillo, descargó sobre ella tal lluvia de balas que, desviándose en esa esquina hacia el centro, trató de refugiarse en la iglesia de San Miguel, a sólo una cuadra de distancia. Llegado a ella, intentó derribar la puerta, pero sufrió terrible mortandad en el atrio, acribillado de modo fulminante desde las azoteas. Relata el propio Duff:

No bien alcanzamos la entrada de la iglesia de San Miguel, el enemigo comenzó un terrible fuego desde las casas opuestas. Habiendo perdido unos treinta hombres en esta entrada, y comprendiendo que era imposible forzar las puertas de la iglesia con las herramientas que me habían entregado, juzgué prudente desistir y penetrar más en la ciudad esperando encontrar una posición más ventajosa.

QUIERO EL LIBRO

Publicado en Derrotas Inglesas en el Río de la Plata | Etiquetado | Deja un comentario

Asalto a la batería de Brecourt. Más allá de Hermanos de Sangre. Dick Winters.

En ese instante voló una pisapatatas alemana [granada de mano] cayendo en mitad del grupo. Nos separamos lo más rápido posible, pero el cabo Joe Toye de Reading, Pensilvania, se tiró al suelo con la mala suerte de que la granada cayera entre sus piernas estando bocabajo.

Más allá de Hermanos de Sangre

Estalló cuando le gritaba «¡muévete, por Dios santo, muévete!». Su cuerpo sencillamente se levantó y volvió a caer a consecuencia de la explosión, pero no resultó herido y estuvo listo para continuar. Para entonces, un par de hombres habían arrojado granadas a los alemanes, así que después de efectuar unos disparos arrancamos una carrera loca sin detenernos si quiera a ver como estaba Wynn. El soldado Gerald Lorraine y el sargento Bill Guarnere me acompañaban mientras les arrojábamos de todo y nos poníamos en posición.

Ambos soldados llevaban tommy gun y yo tenía mi fusil M-1. Entonces, tres Jerries abandonaron uno de los cañones y comenzaron a correr en dirección a la Granja de Brecourt. Solo tuve que gritar una vez para alertar a Guarnere y a Lorraine, que dispararon de inmediato sobre ellos. Lorrain alcanzó a su hombre con la primera ráfaga. Mi disparo alcanzó a mi hombre en la cabeza. Guarnere falló su blanco, que entonces se dio la vuelta y comenzó a correr hacia uno de los cañones.

Solo había dado dos zancadas cuando uno de mis disparos le dio en la espalda y lo derribó. Entonces Guarnere acomodó su arma y llenó de plomo al soldado con su tommy gun. Justo habíamos acabado con estos tres hombres cuando un cuarto alemán surgió de la linde del bosque a unos cien metros de distancia. Yo lo vi primero y tuve la frialdad de agacharme y tratar de efectuar un buen disparo. La muerte fue instantánea. Todo este enfrentamiento debió durar unos quince o veinte segundos desde que asaltamos la primera posición artillera….

QUIERO EL LIBRO

Publicado en Más allá de hermanos de sangre | Etiquetado | Deja un comentario

La batalla de Marengo – Memorias del capitán Coignet

Vino un pequeño general con elegantes bigotes: buscó a nuestro coronel y le preguntó dónde estaba nuestro general. Éste le respondió, «se ha ido». «Muy bien, tomaré el mando de la división». Se encargó de inmediato de la compañía de granaderos a la que yo pertenecía y nos llevó al ataque en una fila. Abrimos fuego. «No os paréis a cargar vuestros mosquetes», decía. «Os haré llamar con el sonido de los tambores».

Y se apresuró a reunirse con la división. Apenas había regresadoa su puesto cuando la columna de austriacos comenzó a avanzar desde detrás de los sauces, se desplegó frente a nosotros, disparó por batallones y nos acribillaron con fuego de mosquete. Nuestro pequeño general respondió, y allí estábamos nosotros, entre dos fuegos, sacrificados… Yo corrí hasta detrás de un gran sauce. Las balas silbaban en todas direcciones, así que me vi obligado a tumbarme en el suelo con la cabeza agachada a fin de protegerme del fuego de mosquete, que hacía que las ramitas del árbol cayesen sobre mí. Me creí perdido.

Por fortuna, toda nuestra división comenzó a avanzar por batallones. Me levanté y me encontré en mitad de una compañía del batallón; continué con ella durante el resto del día; de nuestros 174 granaderos ya no quedaban más de 14, el resto estaban muertos o heridos. Fuimos obligados a reocupar nuestra primera posición, acribillados por un diluvio de fuego de mosquete. Todo caía sobre nosotros, que aguantábamos el ala izquierda del ejército, frente a la carretera que llevaba a Alessandria, la posición más difícil de mantener. Amenazaban constantemente con flanquearnos y nos vimos obligados a cerrar espacios a fin de evitar que nos sorprendiesen por la retaguardia.

Nuestro coronel se hallaba en todas partes, detrás de la media brigada para apoyarnos; nuestro capitán, que había perdido su compañía y que estaba herido en el brazo, desempeñó los cometidos de un ayuda de campo para nuestro intrépido general. Entre el humo no podíamos vernos los unos a los otros. Los cañones incendiaron el campo de trigo y esto causó una conmoción general entre las filas. Las cajas de cartuchos estallaron; nos vimos obligados a retroceder con el objeto de volver a formar lo más rápidamente posible. Esto nos causó mucha mortificación, que fue contrarrestada por la intrepidez de nuestros jefes, que miraban por todo…..

QUIERO EL LIBRO

Publicado en Memorias del capitán Coignet | Etiquetado , , , , | Deja un comentario

Operación Eisbär (Oso Polar) – Los brandeburgueses toman la isla griega de Kos

El ataque sobre Kos –Operación Eisbär (Oso Polar)- comenzó el 3 de octubre. Un total de 2.000 soldados alemanes, entre los que se incluían granaderos panzer e incluso algunos carros de combate traídos por mar desde El Pireo, Suda y Candia, en tres grupos, se reunieron al oeste de Naxos para convertirse en el convoy Olimpo. En cabeza del ataque anfibio iba la 1.ª Compañía del Küstenjäger Abteilung, que saltó a tierra a las 06:10 horas y estableció una cabeza de playa en la bahía de Camare y en Cabo Foco, en la costa sur.

Los Brandeburgueses

Las más poderosas fuerzas del Kampfgruppe Kuhlmann comenzaron entonces a desembarcar en el enclave brandeburgués, dirigiéndose a continuación al interior de la isla. Al mismo tiempo, el teniente Oschatz saltó con su compañía fallschirmjäger brandeburguesa en mitad de la zona ondulada y llena de maleza situada al norte del cabo Tigani, cerca del bombardeado aeródromo de Antimachia. Dos aviones con 24 fallschirmjäger a bordo no habían logrado unirse al ataque –uno al cancelar su participación en la operación por averías en un motor y el otro por no poder reunirse con el resto de aviones en el punto convenido y verse obligado a regresar a la base. Ambos llegarían finalmente al día siguiente.

No obstante, el salto salió según lo planeado y los hombres de Oschatz pasaron rápidamente al ataque, arrollando los emplazamientos británicos de morteros y artillería que defendían los accesos al aeródromo. Tras emplazar sus ametralladoras para cubrir el avance de los Küstenjäger, Oschatz obtuvo el control de la carretera de acceso a la pequeña localidad de Antimachia e hizo sus primeros prisioneros británicos. Con los fallschirmjäger atacando por el norte de la carretera y los Küstenjäger por el sur, el aeródromo estuvo pronto en manos alemanas; a las 17:10 horas ondeaba sobre el mismo una pequeña bandera de identificación con la esvástica.

A pesar de la bandera, los paracaidistas alemanes fueron bombardeados en dos ocasiones por aviones de la Luftwaffe, que ignoraron en la primera oleada la bengala blanca que había sido acordada como señal, y que en la segunda oleada llevaron a cabo su pasada por no quedar ya más bengalas que disparar. Afortunadamente para los brandeburgueses, y a pesar de las impresionantes explosiones de las bombas de la Luftwaffe, solo uno de los hombres de Oschatz resultó herido…..

QUIERO EL LIBRO

Publicado en Los Brandeburgueses de Hitler | Etiquetado , | Deja un comentario

Instrucciones de Rommel en Libia. Duelo en el desierto.

El 9 de febrero Rommel fue ascendido a general de división. Von Brauchitsch le dio entonces sus instrucciones: la fuerza expedicionaria alemana debía conservar una base suficientemente amplia en la región del golfo de Sirte, al este de Trípoli, para que la Luftwaffe pudiera operar contra el ejército británico.

Duelo en el desierto Vol.I

Pero Rommel no debía ir más allá. Teóricamente estaba subordinado al mando de Graziani (los alemanes creían que el maresciallo todavía se encontraba en Libia), aunque las fuerzas móviles italianas quedarían bajo su mando directo. Halder indicó en su diario que «la misión principal de Rommel consiste en impedir que Graziani se repliegue a Trípoli sin presentar combate».

Las instrucciones finales de Rommel, firmadas por el mariscal de campo Wilhelm Keitel, comandante del OKW, especificaban, según el deseo explícito de Hitler, que «las tropas alemanas no debían comprometerse en una batalla vana». Sin embargo, Rommel debía dejar claro a los italianos que, si su única pretensión era defender Tripolitania, él se retiraría, pues las tropas alemanas no debían servir sino para lanzar una ofensiva blindada en cuanto dispusiera de fuerzas suficientes.

Entre tanto, realizaría un reconocimiento para calibrar la situación en la zona. La operación de despliegue de las fuerzas alemanas en Libia recibió el nombre de Sonnenblume (Girasol). Rommel mandaría sus fuerzas terrestres, que el 19 de febrero fueron bautizadas como Deutsches Afrika Korps (DAK), un nombre que, como él mismo indicaba en una carta para Lu, recordaba al del Deutsche Alpenkorps, la unidad de montaña de élite en la que Rommel había combatido en la Primera Guerra Mundial… ¡contra los italianos!

QUIERO EL LIBRO

Publicado en Duelo en el desierto | Etiquetado , | Deja un comentario