Un Kampfgruppe panzer toma dos puentes vitales en Polonia (agosto de 1944)

A continuación, el comandante del kampfgruppe ordenó a Zobel que pusiese en práctica el plan de ataque tal y como se había instruido. Zobel aguardó la llegada de la vanguardia a las afueras occidentales de la Villa X.

Cuando la columna hizo acto de presencia a las 01:45 horas, Zobel asumió el mando y reorganizó la marcha con la 1.ª Sección Panzer en cabeza, seguida de la sección de plana mayor, las 2.ª y 3.ª Secciones Panzer, la sección de granaderos panzer, elementos con vehículos de ruedas y la 4.ª Sección Panzer. Un guía del 188.º Regimiento de Infantería fue en el carro de combate de cabeza de la 1.ª Sección Panzer hasta que llegó al área de puestos avanzados al otro lado del río A.

La columna llegó a dicha zona de puestos a las 02:30 horas. El centinela informó de que no había observado ninguna actividad soviética durante la noche. Zobel se puso en contacto por radio con el comandante del kampfgruppe y le comunicó que entraba en acción. Con el propósito de lograr un mejor campo de visión y observación, los carros de combate marcharon con las escotillas abiertas. Los jefes de carro iban erguidos, con los torsos emergiendo de las cúpulas, en contacto en todo momento a través de sus auriculares.

El resto de aberturas de los carros iban cerradas. Los tiradores y los cargadores se hallaban listos para abrir fuego al menor indicio. Previendo un encuentro con carros de combate soviéticos, los cañones iba cargados con proyectiles perforantes. A las 03:45 horas, la vanguardia llegó a un área boscosa en la que debía detenerse a repostar. Los carros de combate formaron dos filas, una a cada lado de la carretera, mientras los granaderos panzer formaban un perímetro seguro hacia el este y el oeste de la columna.

Se apostaron centinelas a intervalos de 50 metros en el bosque al norte y al sur de la carretera. Llegaron los camiones cargados con latas de gasolina y pasaron entre las dos filas de blindados, deteniéndose un camión ante cada par de carros para descargar las latas llenas y cargar las vacías para su viaje de regreso. Los cargadores de los carros ayudaron a los conductores a repostar y comprobar los vehículos.

Los tiradores comprobaron sus cañones mientras los operadores de radio servían un poco de café a su tripulación. Zobel dio a los jefes de sección y a los comandantes de carro unas últimas instrucciones y pidió a uno de los conductores de camión que llevase un mensaje en mano sobre el progreso de la operación al comandante del kampfgruppe, situado en…

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Victoria española decisiva en Orbetello (1646) – El león contra la jauría Vol. II

Ante el estancamiento en Cataluña, en Francia se ideó abrir un nuevo frente de lucha en un lugar inesperado, que proporcionara un éxito rotundo y a poca costa, que levantara su moral y hundiera la de sus enemigos.

El León contra la jauría Vol.II

El objetivo fijado eran los «presidios» españoles en la costa italiana de Toscana, y para ello se preparó una gran expedición: La flota, al mando nuevamente de Brezé, zarpó de Tolón el 26 de abril de 1646, con el vicealmirante Daugnon y el jefe de escuadra Montigny como mandos subordinados. Constaba de 16 buques de combate, 4 urcas, 8 brulotes, 20 galeras y nada menos que 68 buques menores (tartanas, polacras y demás) para transportar el cuerpo de desembarco, de unos 5.000 infantes y 500 jinetes al mando del príncipe Tomás de Saboya, que no mucho antes era general al servicio de Felipe IV. Por supuesto con el correspondiente tren de asedio, municiones y provisiones de toda índole.

El 9 de mayo fondeaban frente a su objetivo, tomando rápidamente los pequeños fortines de Santo Stefano y de Telamón, con menos de 100 defensores, pero resistiendo el mayor de Orbetello, pese a no disponer sino de 200 defensores. Hubo que desembarcar la artillería y el material de asedio, cosa que se efectuó el 14 de mayo, pero los trabajos avanzaron lentamente, provocando las iras del impaciente Mazarino.

La plaza la defendían los 200 soldados españoles e italianos mencionados, al mando de un gran capitán de Nápoles, D. Carlos de la Gatta, quien recibió algún socorro urgente enviado por el virrey de Nápoles, conducido audazmente nada menos que por un Bazán, el nieto del gran D. Álvaro, en sus galeras. Pero el 21 quedó circunvalada por entero la plaza y tales auxilios ya eran imposibles.

En España la noticia del ataque llegó pronto, organizándose a toda prisa una armada de socorro, reuniéndose una flota de 22 veleros, entre galeones, urcas y fragatas, mas cuatro brulotes y unas 30 galeras, entre las de las escuadras de España, Nápoles, Sicilia, Cerdeña y Génova. Correspondió el mando supremo al Conde de Linares, por ser el Capitán General de ellas y tener lugar la campaña en el Mediterráneo.

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Cómo detener a los carros T-34 – un problema en las líneas alemanas. Moscú 1941

No solo perjudicaba el estado de las tropas alemanas a su capacidad y voluntad de atacar, sino que también las hacía mucho menos fiables a la defensiva contra los contraataques locales soviéticos. Y lo más preocupante de todo era el efecto de los T-34 soviéticos, que mostraban una notable capacidad para mantener su velocidad en el hielo y en la nieve.

Mantener la línea contra estas formidables máquinas había sido siempre un desafío para la infantería alemana, pero en los estadios finales de la ofensiva hacia Moscú había muy pocos cañones contracarro en primera línea (en parte como resultado de las pérdidas y en parte porque el avance continuaba a expensas de no llevar al frente equipo pesado). Con la moral alemana tan baja, el resultado fue que el «pánico a los carros de combate» se convirtió en una de las mayores amenazas para las unidades debilitadas y pobremente equipadas.

Se sabía que el cañón contracarro de 37 mm estándar era inefectivo a menos que tuviese la fortuna de alcanzar puntos débiles tales como el lugar del mantelete donde se fijaba la ametralladora. Las soluciones más comúnmente discutidas fueron emplear el poderoso cañón antiaéreo de 88 mm en el rol de defensa terrestre o traer los cañones pesados K18 de 100 mm de la sección de artillería. Sin embargo, su número era muy reducido (622 cañones de 88 mm y 300 cañones de 100 mm al inicio de la Operación Barbarroja) y ambos eran voluminosos, pesados y presentaban un gran perfil.

Esto significaba que llevaba mucho tiempo traer estos cañones al frente y construir emplazamientos para ellos, que solo funcionaban si la ubicación del ataque soviético podía preverse con antelación. Emplear un cañón de 88 mm sin poder atrincherarlo primero, como sucedió tantas veces una vez que se congeló el suelo, exponía a su dotación y al propio cañón a un riesgo mucho más alto debido a que el perfil (y por tanto el blanco) era muy alto…

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Franceses y Holandeses: Nuevo asalto fallido a la Flota de Indias (1644). El León contra la Jauría Vol II

Con la llegada de la flota holandesa se dispuso un nuevo ataque en noviembre, ahora contra la Flota de Indias que regresaba en dicho mes. Los portugueses con un nuevo jefe supremo, Tristán de Mendoça, poco ducho en cuestiones navales, y con los holandeses que, más atentos al lucro que a la lucha, habían aprovechado el viaje y estancia en puertos portugueses para comprar y cargar en sus barcos una buena cantidad de sal, materia prima indispensable para su gran industria de salazones de pescado.

Tal vez pensaran que el triunfo sería fácil, y que así se ahorraban la travesía del Atlántico
para conseguirla en las salinas americanas. Pero en Madrid se era muy consciente del peligro, así que se dieron órdenes para formar una potente escuadra que saliera al encuentro de la Flota de Indias y la escoltara en su última etapa del viaje. Para ello se combinaron la armada o escuadra de Galicia, todavía al mando de D. Andrés de Castro, el almirante de Oquendo en Las Dunas, la de Nápoles al de D. Martín Carlos de Mencos, y la de galeones, al de D. Pedro de Ursúa, sumando 23 o 24 buques en total.

El mando supremo se dio al duque de Ciudad Real, por entonces gobernador de Cádiz, gran soldado pero sin experiencia marinera, en substitución del duque de Maqueda, enfermo. El 4 de noviembre avistaron a la flota enemiga, atacándola decididamente pese a su inferioridad y derrotándola en un duro combate que duró desde las 9 de la mañana a las 11 de la noche. Desgraciadamente las relaciones del combate son confusas y contradictorias, pero coinciden en la victoria española y en la retirada de los aliados, dándose por seguro que los primeros perdieron al menos dos buques por uno los españoles.

Los holandeses abandonaron la campaña y terminaron en puertos ingleses, renunciando a proseguir con las operaciones. La retirada portuguesa también fue catastrófica, pues su jefe, Mendoça, al desencadenarse un temporal, pasó con su hijo y el dinero de la flota a un bergantín, abandonando su buque insignia muy averiado. Paradójicamente el galeón llegó salvo a puerto, mientras que el bergantín se perdió, muriendo todos los que iban en él…

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El hundimiento del crucero pesado Mikuma – Midway, la batalla que condenó a Japón

La preocupación más inmediata era por la seguridad de los cruceros dañados, Mikuma y Mogami, y de los destructores que les acompañaban, Arashio y Asashio. Esos temores se materializaron a las 06:30 horas, cuando se recibieron noticias del capitán Shakao Sakiyama del Mikuma, «Avistados dos aparatos enemigos procedentes de portaaviones».

Los sucesivos informes de los acosados buques ofrecen la crónica de los acontecimientos con total claridad:

«Atacados por seis bombarderos en picado que consiguen un impacto. Avistado un hidroavión enemigo».

«Nos siguen tres hidroaviones enemigos. Parece que fuerzas enemigas de superficie se han unido a la persecución».

«07:45. El Mogami ha recibido un impacto que le ha causado daños menores. Tres aviones derribados».

«08:00. Nos persiguen portaaviones enemigos y otros barcos que operan en la zona. Nos dirigimos a la isla Wake. Nos hallamos a 710 millas de isla Wake navegando con rumbo 30 grados».

Los cruceros dañados habían alcanzado un punto situado a 500 millas al oeste de Midway cuando atacó la primera oleada de aviones enemigos embarcados. En dicho ataque, el Mikuma fue tocado una vez y el Mogami dos, pero las bombas sólo infligieron daños menores. Sin embargo, sucesivos ataques provocaron más impactos y más daños. Cinco bombas que acertaron al Mikuma a las 10:30 causaron incendios por todo el barco, obligándolo a detenerse.

La furia de los incendios se incrementó rápidamente hasta que, a las 10:58, causaron
una tremenda explosión interna que descartó toda esperanza de salvar el barco. Se estaban llevando a cabo esfuerzos para transbordar a su tripulación a un destructor cuando, a las 12:00, llegó otro ataque de 10 aviones que se anotó más impactos y envió el crucero a las profundidades.

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