Combate de carros de combate en los campos nevados de Kiev. Michael Wittmann. As de Tigres

Los carros enemigos comenzaron a disparar contra el carro de Lötzsch. La situación se volvió desesperada. Wittmann pudo oír los gritos de ayuda de sus camaradas a través de la radio y de inmediato se dirigió con su carro a proporcionar fuego de supresión al «General Panzer».

Wittmann ordenó a su conductor detener el vehículo y dar marcha atrás hasta una posición oculta mientras Woll giraba la pesada torreta a la posición de las siete en punto y disparaba contra el T-34 que hostigaba el Tiger I de Lötzsch. En un minuto, Woll había destruido dos T-34 que prestaban apoyo al T-34 que había conseguido el tiro afortunado contra el Tiger I de Lötzsch. Wittmann se giró erguido en su cúpula y, de repente, vio otro carro enemigo que había salido de la nada y se dirigía directo hacia su carro de combate.

El blindado soviético iba con las escotillas cerradas y su cañón abrió fuego en el instante en que Wittmann se metía en el interior de la torreta. Los primeros dos disparos del carro enemigo pasaron sobre la cúpula y pudo sentir desde su puesto a su paso la succión de aire del proyectil, lo que lo dejó un poco aturdido durante unos momentos. De haber permanecido erguido unos segundos más, seguramente hubiese sido decapitado. Luego oyó los proyectiles enemigos impactar en la linde del bosquecillo a unos cientos de metros a su retaguardia y, entonces, comunicó su orden de fuego a Woll.

El tirador pasó rápidamente a la acción, apuntó con cuidado y colocó un proyectil perforante en la base de la torreta del T-34 más cercano. El impacto levantó la torreta del carro enemigo un poco hacia atrás, dejándolo fuera de combate al quedar atascado el mecanismo de giro. Sin embargo, el blindado soviético continuó rodando hacia el carro de Wittmann y lo embistió por el lateral izquierdo. Wittmann reaccionó con la velocidad del rayo sacando el subfusil MP 40 de su sujeción.

Lo cargó, lo montó y saltó a través de la escotilla abierta de la cúpula. Sin dilación, comenzó a disparar contra la tripulación enemiga, que para entonces estaba abandonando su carro condenado. Wittmann temía que los tripulantes soviéticos tratasen de abordar el Tiger para lanzar una granada a su interior o que tratasen de disparar una de sus armas ligeras por la escotilla abierta de la cúpula…

Quiero el libro

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