Supervivientes de Stalingrado – El momento de la evacuación aérea

No había avanzado ni 300 metros en mitad del viento cuando vinieron tres hombres hacia mí. A un metro de distancia dijo el de en medio, «Vaya, ¿todavía estás aquí?». ¡Era el piloto que me había traído al interior de la Bolsa a comienzos de diciembre! Tras considerar durante unos instantes si debía informar a control de vuelo decidió no hacerlo y nos fuimos al aparato.

¡Allí estaba el He 111! El mecánico de vuelo informó de que el avión estaba repostado, podíamos despegar de inmediato. Para entonces los otros diez hombres habían logrado llegar hasta nosotros y se pusieron a mi alrededor. El pilotó ordenó, «¡Abre la puerta, se vienen con nosotros!». Fue abierta de forma vacilante y los primeros hombres fueron empujados al interior. Entonces alguien gritó desde dentro, «no más, está lleno». Subió el piloto, llevó a algunos a la zona de la cola y con muchos gemidos y lloriqueos se apretujaron nueve hombres y se cerró la puerta. Yo me quedé fuera con un capitán que tenía una herida en la cabeza. A nosotros nos subieron a un ala y nos introdujeron en la cabina de vuelo. El capitán tenía que ir contra el fuselaje lateral, yo fui sentado en el sitio del observador.

Fracasaron varios intentos de poner en marcha los motores. Podíamos sentir la debilidad del motor de arranque. El ingeniero de vuelo le dijo al piloto, «¡Deberíamos salir ya, están llegando otros aviones!». El piloto le respondió, «¡Sal fuera, lo arrancaremos con manivela!». Dos hombres abrieron un mecanismo, lo giraron una o dos veces y, ¡nada! El piloto se dirigió al capitán herido, detrás de él había un botón rojo: debía comprobar si estaba presionado, y lo estaba. Unos cuantos golpes con el puño fueron suficientes para hacer saltar el botón. Más giros de la manivela se combinaron con la ayuda del motor de arranque que accionaba el piloto. El motor izquierdo arrancó y la hélice comenzó a girar, el de la derecha arrancó también. ¡En todos los hombres se dibujó una expresión de alivio!

Cuando los dos tripulantes estuvieron de nuevo a bordo, se escudriñó el cielo, casi sin nubes, y el aparato se puso en movimiento.

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