A medida que se extendía la noticia en Nimega sobre los saltos y aterrizajes al sur de la ciudad, al oberst Henke, que mandaba una pana mayor sobrante de un regimiento de instrucción Falschirmjäger, se le ordenó coordinar las medidas necesarias para custodiar los dos puentes que cruzaban el Waal en Nimega.
Henke puso en estado de alarma a todas las fuerzas locales y las tomó bajo su mando. No obstante, el Kampfgruppe Henke no tenía ni las tropas ni el material necesarios para defender la ciudad de forma satisfactoria. Disponía de tres compañías del Batallón Ersatz 6 del Wehrkreis VI, una compañía del Regimiento de Instrucción Hermann Göring, que estaba de tránsito en su retirada hacia el norte y de los miembros de una escuela de suboficiales que ya habían sido apostados como vigilancia del puente.
Además, estaba la plana regimental de Henke, algunos reservistas y otras tropas que eran responsables de la guardia de la estación de tren y apartaderos. La fuerza sumaba unos 750 hombres. Las baterías antiaéreas emplazadas fueron ajustadas de modo que pudieran desempeñar un papel dual como piezas contracarro.
Nimega era una ciudad con una extensión de 5 a 6 km de áreas urbanizadas. Solo se podían cubrir sectores limitados. Por lo tanto, Henke decidió concentrar sus fuerzas en dos posiciones al sur de los puentes de carretera y ferrocarril. Eran objetivos difíciles de custodiar, porque el río Waal tiene casi 300 metros de anchura en este tramo…..
Al principio, los alemanes solo observaron débiles patrullas. Sin embargo, éstas fueron creciendo gradualmente en efectivos y en número. Los alemanes esperaban que los soviéticos intentasen una operación de cruce en el área del puente, donde las condiciones del terreno favorecían una empresa de esas características.
¡Asalto!
Pero, viendo que la resistencia alemana sería mayor a ambos lados del área del puente, los soviéticos decidieron establecer una cabeza de puente en el punto más insospechado –en las ciénagas más inhóspitas, situadas al este del puente. En un primer momento, las fuerzas soviéticas se establecieron en dos pequeñas isletas que los alemanes habían dejado desocupadas por ser demasiado cenagosas. Pasaron varios días. Entonces, una mañana, los alemanes observaron a algunos soldados soviéticos en un tramo de la orilla norte, frente a las isletas. Se perdieron entre la maleza y los cañaverales, aunque el agua les llegaba al pecho. Los alemanes no dieron mucha importancia a este descubrimiento, ya que pensaron que no podrían quedarse allí y, por tanto, no percibieron que se pudiese producir una amenaza desde aquella dirección.
Esto resultó ser un grave error. La cabeza de puente soviética estaba siendo gradualmente reforzada y tres o cuatro noches más tarde la guarnición se apoderó de los puestos avanzados alemanes más cercanos. El consiguiente contraataque alemán fracasó porque era extremadamente difícil aproximarse a la ciénaga. Además, la unidad alemana que efectuaba el contraataque quedó sometida al certero fuego de flanco de francotiradores soviéticos apostados en árboles en las isletas del río. Como las fuerzas enemigas no podían ser desalojadas de la orilla norte con fuego de armas ligeras, los alemanes tendieron a aceptar que la situación era inevitable. Continuó persistiendo la sensación general de que ningún peligro de importancia acechaba a las posiciones alemanas desde aquella dirección.
En la estela del avance del regimiento había un número desconocido de búnkeres y posiciones defensivas soviéticas establecidas en las colinas que dominaban el valle del Izora. Estas posiciones debían ser neutralizadas con el objeto de asegurar las líneas de comunicación alemanas durante el avance sobre Slutsk. A últimas horas del 13 de septiembre, el regimiento cruzó el río al sur de Gorki y pasó la noche en dicha localidad. El ataque contra las colinas defendidas por los soviéticos al norte del río debía comenzar al día siguiente con un avance por el valle del río de los 1.er y 2.º Batallones mientras el 3.er Batallón protegía el flanco hacia el norte (Mapa 2).
Se disponía de muy poca información respecto del terreno o de las fortificaciones soviéticas en el área. Los mapas alemanes, al igual que algunos mapas enemigos capturados previamente, eran inadecuados o imprecisos. Por esta razón, el comandante del 3.er Batallón decidió llevar a cabo un cuidadoso reconocimiento del terreno antes de iniciar el ataque. Las tareas de exploración ocuparon toda la mañana, y no fue hasta el mediodía cuando comenzó por fin el ataque del 3.er Batallón contra los búnkeres soviéticos situados al este de Gorki. Agregados a los elementos de vanguardia iban tres grupos de demolición equipados con lanzallamas y explosivos de carga hueca. Solo se requirieron unos minutos para deshacerse del primer búnker soviético.
Mientras los zapadores se preparaban para atacar el búnker siguiente, entraron en acción dos obuses soviéticos emplazados en un campo de maíz situado al oeste de Vilosi. La artillería del regimiento estaba alerta y destruyó los dos obuses y un depósito de munición cercano. Para las 16:00 horas, los dos grupos de demolición habían tomado el segundo búnker y se preparaban para atacar un tercero que presumían sería el último. Media hora más tarde estaba en manos alemanas. Los zapadores estaban a punto de retirarse y disfrutar de un merecido descanso cuando el 1.er Batallón, que avanzaba más al sur, descubrió otros dos búnkeres, uno de los cuales se hallaba a unos 1.000 metros al suroeste de Vilosi. Los grupos de demolición destruyeron ambos búnkeres en poco tiempo, allanando así el camino del 3.er Batallón hacia la Cota 312, al noreste de Vilosi.
Continuando su ataque, el 3.er Batallón consiguió ligeras ganancias a últimas horas de la tarde del 14 de septiembre, pero se detuvo a las 20:15 horas, una vez anocheció, y se retiró a Vilosi a pasar la noche. Los otros dos batallones habían hecho escasos progresos durante el día y pasaron la madrugada del 14 al 15 de septiembre en el extremo oriental de Vyarlevo. Durante la noche, aviones soviéticos arrojaron bombas sobre áreas muy dispersas, incluidas algunas posiciones defendidas por sus propias tropas.
La toma de la Cota 312, fuertemente defendida y prevista para el día siguiente, prometía ser una tarea ardua. Aunque la hora H se había fijado en un principio a las 06:00 horas, el ataque tuvo que ser pospuesto hasta la tarde debido a que se necesitaron las horas de la mañana para efectuar un concienzudo reconocimiento del terreno por parte de dos patrullas enviadas por el 3.er Batallón…
El comportamiento de las tropas soviéticas en los ínterin entre los grandes enfrentamientos merecía un cuidadoso análisis, ya que proporcionaba claves sobre lo que podía esperarse durante la fase inicial de la batalla en ciernes. La recopilación de información se veía complicada por el hecho de que los comandantes soviéticos pusieron todo el énfasis en la ocultación de sus planes en la fase de concentración para un ataque y durante los preparativos de los sistemas defensivos.
¡Asalto! Acciones de combate de pequeñas unidades en el Frente del Este
La efectividad del secreto y la adaptación al terreno fueron meridianamente demostradas en el traslado y reagrupación de fuerzas. Aunque la velocidad con la que los comandantes soviéticos efectuaban una reagrupación improvisada de grandes formaciones era en sí misma un logro considerable, la pericia con la que los soldados se trasladaban a la zona del ataque o de un área a otra se antojaba en ocasiones increíble. Ver a unos pocos soldados moviéndose por la nieve a gran distancia significaba a menudo bastante poco para un observador incauto y frívolo. Sin embargo, la observación constante y un recuento preciso revelaban a menudo unos cambios sorprendentemente rápidos en el estado de situación de la fuerza enemiga.
En vista del estado de alerta constante del soldado soviético y de su área de puestos avanzados intensamente minada, cualquier preparación apresurada por parte alemana de un reconocimiento en fuerza estaba abocada por regla general al fracaso o a resultados deficientes. En circunstancias favorables, la patrulla regresaba con un solo prisionero que, o bien pertenecía a alguna unidad de servicios de retaguardia o carecía de información relevante. El mando soviético mantuvo una rígida seguridad y los soldados rara vez conocían las intenciones de sus unidades. No obstante, esta falta de información respecto a los planes de una ofensiva soviética no implicaba que poderosas fuerzas lanzasen un ataque en el mismo punto al día siguiente.
Al objeto de celebrar los días festivos señalados del régimen soviético, los francotiradores trataban generalmente de superar las marcas existentes y, en esas ocasiones, los soldados alemanes debían estar particularmente alerta. Sin embargo, por lo general, los ataques soviéticos podían tener lugar en cualquier día, a cualquier hora, sobre cualquier tipo de terreno y en cualesquiera condiciones meteorológicas. Estos ataques debían su efectividad principalmente al logro y explotación de la sorpresa, a cuyo fin empleaban las tropas del Ejército Rojo tácticas de infiltración tanto en frentes estáticos como en el transcurso de operaciones móviles. Los soldados soviéticos eran maestros en la penetración de las líneas alemanas sin preparación artillera o fuego de apoyo, y en infiltrar por vía aérea escuadras, secciones o compañías sin levantar sospecha alguna.
La primera línea de defensa del perímetro, bautizada como Red Line, estaba formada por los 128 puestos fortificados italianos de hormigón, que se conocían con una letra y una cifra. Se añadieron faldones de hormigón para los cañones y ametralladoras que defendían cada puesto.
Se cavaron nuevas posiciones para tapar las brechas y los puntos ciegos del perímetro que no estaban batidos por armas automáticas. Morshead apartó una compañía de cada batallón como reserva a 500 metros a retaguardia. Detrás de la Red Line se construyó otro perímetro interior, la Blue Line, una serie de puntos fuertes de tamaño pelotón con piezas contracarro y ametralladoras, distribuidos a intervalos de 500 metros, y protegidos por un campo de minas continuo y un cinturón de alambradas. La Red Line absorbería el choque del ataque enemigo, mientras que la Blue Line protegía los emplazamientos de artillería situados atrás y luego destruiría los destacamentos enemigos cuando entraran en los campos de minas interiores.
Una reserva de tres batallones estaba preparada para intervenir en el caso de que el enemigo traspasara esta línea. Finalmente quedaba un tercer cinturón defensivo, Green Line, con las posiciones de la infantería cavadas en torno a los emplazamientos artilleros. Pero estas obras fortificadas tardaron mucho tiempo en completarse y cuando comenzó el ataque alemán, Morshead apenas había podido acabar de preparar la Red Line, mientras que la Blue Line no había recibido una sola mina. Las cuatro brigadas de la 9.ª División Australiana se dividieron la defensa del perímetro. La 18.ª Brigada fue designada reserva de la guarnición.
El sector oeste del perímetro fue asignado a la recién llegada 26.ª Brigada. La 20.ª Brigada cubría el sector sur, y los dos batallones de la 24ª ocuparon el sector oriental.5 Así pues, solo siete de los trece batallones de infantería de Morshead estaban desplegados en primera línea. Como cada batallón tenía una compañía en reserva detrás de la Red Line, las compañías de primera línea cubrían un sector de 1,6 km, algo más que el asignado a todo un batallón durante la Gran Guerra. Cada puesto fortificado estaba ocupado por entre diez y quince soldados…