Las tropas de Utah establecen contacto con los paracaidistas. De Utah a Cherburgo.

El 8.º de Infantería había alcanzado sus objetivos del Día D. Había relevado a elementos de la 101.ª División Aerotransportada en la zona de Pouppeville y estaba en posición de proteger el flanco suroeste de la 4.ª División de Infantería. Sólo al norte de Les Forges encontró dificultades. Una estrecha franja de resistencia enemiga se extendía desde Fauville a Turqueville. Atrincherados en toda la extensión de una cresta, los alemanes cortaron la carretera les Forges – Ste. Mère-Eglise e impidieron el contacto entre el 8.º Regimiento de Infantería y el grueso de la fuerza de la 82.ª División Aerotransportada, que se hallaba en Ste. Mère-Eglise. Atacados a primera hora del día por tropas del 505.º de Infantería Paracaidista, procedente de dicha localidad, los alemanes parecían haber cedido algo de terreno al norte, pero se habían consolidado de nuevo en Fauville.

Carros de combate e infantería atacaron las defensas alemanas en dos ocasiones y fueron rechazados. Un carro quedó inutilizado en el primer intento y dos fueron destruidos en el segundo. A las 21.00 el enemigo seguía sin ser desalojado cuando, según lo planeado, aparecieron 60 aviones C-47 sobre la zona con planeadores a remolque. A pesar del intenso fuego enemigo, la mayoría de los planeadores se soltaron sobre las posiciones alemanas. Algunos cayeron en las líneas enemigas, otros se alejaron hacia el sur y la mayoría se estrellaron con un elevado número de bajas.

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Defensores de la isla de Lyudnikov. Isla de Fuego

De todos los sectores de Stalingrado, éste fue el lugar donde se mostraron más valientes, más desafiantes. Sin embargo, ese heroísmo podría haberse visto empañado de haberse producido un solo incidente en el que las tropas retrocediesen y recibiesen disparos de su propio bando. Seguramente un comandante de división como Lyudnikov o un comandante de regimiento como Pechenyuk habrían considerado vergonzoso que sus hombres retrocediesen y fuesen disparados por los destacamentos de bloqueo.

Quizás la última palabra la tengan el hombre que mandó el destacamento del NKVD en la isla de Lyudnikov y el papel que realmente desempeñó. Según el teniente Senchkovsky:

«Aislados de la base principal de suministros, notamos la escasez de alimentos, pero, sobre todo, la escasez de municiones. Sin embargo, nadie –ni los soldados ni los mandos- soñó nunca con abandonar la cabeza de puente, sino que luchó firmemente por cada palmo de terreno, manteniendo el juramento de no abandonar el Volga. Los invasores alemanes lanzaban furiosos ataques cada día con una superioridad de efectivos y material que simplemente no estaba a nuestro alcance. Nuestros valientes soldados dejaban en el campo de batalla pilas de cadáveres enemigos con sus municiones, y así, aprovechando este botín, reponíamos nuestras existencias de armas y municiones».

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La 101.ª Aerotransportada en Normandía. De Utah a Cherburgo

A las 22.15 horas del Día D–1, 432 transportes C-47 comenzaron a despegar de 7 aeródromos de Inglaterra con 6.600 paracaidistas de la 101.ª División Aerotransportada. El lanzamiento estaba previsto para la Hora H–5 horas. Al amanecer (Hora H–2), debían ser reforzados por unos 150 efectivos y equipo variado en 51 planeadores y, al anochecer, (Hora H+15) por otros 165 hombres en 32 planeadores. Media hora antes de la llegada de los principales escalones paracaidistas, las unidades guía (pathfinder), transportadas en 20 aviones, tenían la misión de marcar seis zonas de salto (para ambas divisiones) y una zona de aterrizaje. La señalización de las zonas no fue del todo exitosa, pero todos los equipos de reconocimiento cumplieron, al menos, parte de sus misiones asignadas.

Los escalones paracaidistas se aproximaron a la península de Cotentin desde el oeste y entraron a la altura de les Pieux. Las formaciones se mantuvieron compactas hasta llegar a la costa, pero desde allí hasta el Merderet quedaron algo separadas por los bancos de nubes y se dispersaron aún más con el fuego antiaéreo de la zona oriental del río. En general, la división no efectuó un buen salto, aunque sería mejor que el de la 82.ª División Aerotransportada. Alrededor de 1.500 soldados murieron o fueron capturados y en torno al 60 por ciento del equipo lanzado se perdió al caer bultos y contenedores en pantanos o en campos cubiertos por el fuego enemigo. Sólo una fracción de los efectivos de la división pudo reorganizarse y emplearse inicialmente en las misiones previstas. Además, muchas de las misiones realizadas fueron emprendidas por grupos mixtos que nada tenían que ver con las asignaciones originales.

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Equipos Jedburgh, operaciones especiales en la retaguardia alemana. La Guerra Moderna

Los equipos que saltaban en paracaídas con sus radios solían perderlas durante el descenso. Una de las operaciones de mayor éxito fue la del primer equipo Jedburgh desplegado, el Equipo Hugh, dirigido por el capitán (Sir) William Crawshay. Saltó a las 01.40 horas del 6 de junio al sur del río Loira, en el departamento de Indre, donde operó con la Resistencia francesa durante los tres meses y medio siguientes. Sus miembros ayudaron al Equipo Bullbasket del SAS hasta que los alemanes se hartaron de él y acabaron atrapándolo.

Durante su estancia, el Equipo Hugh organizó lanzamientos de armas y equipo en paracaídas, al tiempo que entrenaba y organizaba a los grupos de la resistencia. A medida que las emboscadas del equipo fueron ganando en eficacia, los alemanes dejaron de viajar en grupos pequeños y buscaron la seguridad de las grandes columnas. El Equipo Bruce detectó dichas columnas e informó de su ubicación al SFHQ para que fuesen objetivo de los ataques aéreos. A primeros de agosto, el SFHQ dio instrucciones a Crawshay (a través de una serie de transmisiones codificadas de la British Broadcasting Corporation [BBC]) para que intensificase las misiones de sabotaje.

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Guderian confiesa estar a punto de ganar la guerra en el Este. Los generales panzer de Hitler al descubierto

A diferencia de las serias dudas sobre la Operación Barbarroja que afirmaba haber tenido Guderian en sus memorias, su última carta a Margarete antes de la invasión, escrita el 16 de junio, solo expresaba un «temor general a la plaga de mosquitos» en el Este, pero, por lo demás, continuaba: «No obstante, aparte de eso, hay buen ambiente en todas partes, colmado de esperanza, y creo que lo lograremos».

Las primeras semanas de la campaña solo parecían confirmar el optimismo de Guderian, como informó a Margarete el 29 de junio: «nuestra empresa ha estado a la altura de las grandes expectativas. […] los primeros enfrentamientos fueron tan exitosos y nuestra superioridad tan evidente que el enemigo muestra desde ayer signos de agotamiento y abatimiento moral». Dos días más tarde, Guderian se mostraba aún más inequívoco: «nos acercamos a la última sección importante del frente [soviético]. Si logramos atravesarla, entonces la ruta hacia el interior del imperio habrá quedado expedita y la campaña no podrá perderse, en mi opinión». El 12 de julio, Guderian creía que el fin de la resistencia soviética estaba cerca. Tras tomar puntos de cruce sobre el río Dniéper, que Guderian consideraba la última línea de defensa, el Segundo Grupo Panzer se enfrentó a los restos del Ejército Rojo.

«Espero derrotarlos en los próximos días», dijo a Margarete, «y lograr, con ello, un éxito que decidirá la campaña a nuestro favor».

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