Ordenanza de cómo hacer un abordaje, 1624. LOS TERCIOS EN AMÉRICA. Hugo A. Cañete

Que en cada navío vayan designados 36 soldados y 12 marineros de los de mayor satisfacción para que solo éstos salten al navío enemigo, y ninguno más; así por la confusión que de ello suele resultar como porque si otros bajeles cargasen sobre el nuestro y la gente del que está abordando quisiese entrar por otra parte, la hallen con la defensa y la guarda necesaria, y que no se aventure de una vez todo.

De la gente que ha de abordar el navío del enemigo, 20 soldados han de llevar arcabuces, por ser más manejables que los mosquetes, otros 10 espadas y rodelas si las hubiere, y 6 picas y medias picas. Los 12 marineros han de llevar sus espadas con algunas rodelas o medias picas, y 6 de ellos hachas o terciados grandes para cortar la jarcia y desaparejar el navío, dejándolos desaparejados para que no puedan huir por ese medio.

Conforme al número de soldados y marineros que hubiese en cada navío, se repartirán los puestos entre los capitanes de mar y tierra como queda dicho, advirtiendo que se ha de reservar una tercera parte de la infantería, teniéndola debajo de cubierta hasta que sea necesario rehacer lo de arriba, así por los que estuviesen peleando cuando estén cansados, como porque hayan faltado algunos [bajas], conservándose mejor de esta manera y habiendo gente de refresco para acudir adonde apretase la necesidad.

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Phantom Fury. Faluya 2004. PUNTA DE LANZA. Combate urbano en Iraq, 2004-2007

La estructura recibió el sobrenombre de «Casa del Infierno». Durante tres horas, los marines trataron de abrir una vía de escape en las ventanas enrejadas, en las paredes y en las puertas cerradas con llave, hasta que los refuerzos penetraron, finalmente, en el edificio y los extrajeron bajo el fuego; acto seguido, destruyeron la casa con una carga de 20 libras. «Una explosión tremenda», recordaría el teniente Jacobs. «La casa se vino abajo. Quedó completamente destrozada. Fuimos a inspeccionar los daños para ver si podíamos encontrar a algún enemigo muerto. Miramos por un lado de la casa y no encontramos nada. Supusimos que todos estaban muertos. Así que iniciamos el camino de regreso a la base. Cuando pasábamos por delante de la casa, salió una mano de los escombros y nos lanzó una granada de mano. Todo el mundo vio venir la granada, así que pudimos dispersarnos. La granada estalló. Los marines estaban más o menos en círculo alrededor del tipo y, simplemente, desataron el infierno sobre él. Debimos dispararle unas 100 veces»

Los marines atribuyeron las aparentes «capacidades sobrehumanas» de los insurgentes al uso de adrenalina y otras drogas, como la cocaína, la heroína y las metanfetaminas, ya que soldados y marines habían descubierto dichas sustancias durante sus registros. El capitán McCormack observó que todos los chalecos tácticos estaban estandarizados, lo que denotaba un cierto grado de profesionalidad, con porta cargadores en el pecho, una pequeña cantidad de dinero estadounidense e iraquí en un lado y algo de opio en el otro.

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Este informe intenta hacer un análisis de cómo ha operado la Fuerza Aérea rusa sobre Ucrania entre el inicio de la invasión en febrero y finales de octubre de 2022. Se basa en el trabajo de campo realizado en Ucrania entre agosto y octubre, que ha incluido entrevistas con oficiales de las Fuerzas Aéreas ucranianas que trabajan en las ramas de aviación y de defensa aérea, entrevistas con oficiales de alta graduación de inteligencia y científicos militares, y el examen de los sistemas de armas rusos capturados y recuperados.

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Las dificultades de la guerra acorazada en el desierto. BLINDADOS EN EL DESIERTO. Robert Forczyk

Aparte de las asfixiantes nubes de finas partículas de arena, uno de los aspectos más desconcertantes del movimiento de carros de combate en el desierto es la ausencia de características reconocibles del terreno. La navegación táctica y la orientación en el desierto pueden ser extremadamente difíciles debido a la escasez del tipo de elementos del paisaje característicos de otras regiones. La distancia también puede ser muy engañosa, sobre todo con los deslumbrantes efluvios de aire cálido que se elevan desde la superficie del desierto. Por la noche, la navegación en el desierto es aún más difícil, ya que todo parece igual. Durante el periodo de 1940–1943 en el norte de África no era raro que los soldados se alejasen un poco de su unidad en la oscuridad y luego tuviesen dificultades para encontrar el camino de vuelta. En los conflictos recientes de Oriente Medio, los carristas disponían de GPS para la navegación y visión térmica, lo que reducía enormemente el riesgo de perderse en el desierto, aunque la desorientación (ser dirigido en la dirección equivocada) puede seguir ocurriendo incluso conociendo tu posición exacta.

En cambio, los carristas de ambos bandos que lucharon en las campañas del norte de África entre 1940 y 1943 sólo disponían de brújulas magnéticas y su sentido común para orientarse. Sin embargo, las brújulas magnéticas no funcionaban bien en los carros de combate, hechos de acero, lo que obligaba a los comandantes a desmontar para comprobar su rumbo. Los mapas también solían ser problemáticos, con características mal marcadas, si es que llegaban a estarlo. A raíz de ello, no era raro que unidades y comandantes se perdiesen o se desorientasen en el desierto, especialmente en condiciones de agotamiento o bajo el estrés del combate, lo que podía tener graves consecuencias.

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La envidia entre los generales panzer. LOS GENERALES PANZER DE HITLER AL DESCUBIERTO. David Stahel

En una carta del 7 de septiembre, le decía a Eva: «He abierto un gran agujero en la línea enemiga frente a Petersburgo, lo que, por supuesto, ha beneficiado enormemente a mis vecinos, ya que he atraído al enemigo hacia nosotros». Como era de esperar, Reinhardt se mostró incrédulo ante el hecho de que su avance volviese a detenerse con el fin de apoyar la vacilante progresión en sus flancos. En su opinión, debía ocurrir precisamente lo contrario. Como continuaba Reinhardt: «¡Por desgracia, nos han vuelto a detener en seco, otra vez 100 kilómetros por delante de todos los demás, porque temen por nosotros (¡pues nosotros no!), ¡en vez de enviarnos reservas lo más rápidamente posible! Es la historia de siempre: nosotros abrimos camino y los de arriba no pueden explotar nuestros éxitos, ¡porque no creen en nuestro ritmo de avance o porque primero tienen que acostumbrarse a él!».

Reinhardt creía enfáticamente que debía ser el centro de gravedad del nuevo ataque, teniendo prioridad en artillería y aviación, pero no fue así. Incluso Hoepner mostró, al parecer, su «incomprensión» por la insistencia de Reinhardt. Ante tal desplante, Reinhardt le dijo a Eva que, sencillamente, su ataque sin apoyo tendría que resultar tan exitoso que el mando no tuviese más remedio que redirigirlo todo con el propósito de apoyar su cuerpo. «Palabras orgullosas, impropias de tu Hansi», le decía Reinhardt a Eva, «pero justificadas».

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Asalto a la batería de Crisbecq. De Utah a Cherburgo.

Se envió un grupo de asalto a volar la entrada trasera, que estaba protegida por la estructura del búnker y fuera del alcance del fuego directo. La escuadra se abrió paso hasta su objetivo, vació su lanzallamas y lanzó una carga satchel. Pero nada de esto surtió efecto, ni tampoco un segundo intento, ni un tercero con una carga de demolición más potente. En un último esfuerzo, el capitán Joseph T. Samuels, jefe de la Compañía I, envió al soldado Ralph G. Riley al búnker con el último lanzallamas para que lo rociase «con unos cuantos chorros más». Con el lanzallamas a la espalda, el soldado Riley corrió 75 metros bajo el fuego y se dejó caer en un cráter de obús a modo de cobertura. El lanzallamas no funcionó, así que trató de pensar en la «acción inmediata» adecuada

Volvió a abrir la válvula, acercó una cerilla encendida a la boquilla y dirigió el chorro de fuego hacia la base de la puerta. Justo en ese momento comenzó a llegar fuego de artillería enemigo procedente Crisbecq y el capitán Samuels pensó que el ataque había fracasado. De repente, el soldado Riley oyó un chasquido, diferente del sonido de los disparos de fusil que había a su alrededor. Pronto le siguieron explosiones en el interior del búnker. La munición había estallado a causa de esos «cuantos chorros más» del lanzallamas

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Si eres miembro del Club Salamina te llevas de regalo un mapa desplegable gigante (60 x 42 cm) con los patrones de lanzamiento de las 82.ª y 101.ª Divisiones aerotransportadas por una cara y con el plan de la operación aerotransportada por la otra.

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