El sargento Bourgogne y el gran incendio de Moscú de 1812

El sargento Bourgogne vivió intensamente el incendio de Moscú, hasta tal punto que dedica un capítulo completo al mismo. En uno de los primeros parajes cuenta después de salir a la calle de un palacio en llamas donde habían acabado con nueve incendiarios que los habían atacado:

«A continuación nos encontramos con algunos chasseurs [cazadores] de la Guardia, que nos dijeron que los propios rusos habían incendiado la ciudad y que los hombres que acabábamos de encontrarnos eran los responsables de ello. Poco después sorprendimos a tres de estos desgraciados prendiendo fuego a una iglesia ortodoxa. Al vernos, dos de ellos arrojaron sus antorchas y huyeron. Nos dirigimos contra el tercero, que conservó su antorcha y que, ignorándonos, trató de seguir a lo suyo: un culatazo de mosquete en la cabeza fue el castigo a su obstinación».

«Justo entonces nos encontramos con una patrulla de fusilier- chasseurs [fusileros-cazadores], que como nosotros se habían perdido. El sargento al mando me dijo que se habían tropezado con convictos que prendían fuego a una gran cantidad de casas, que habían encontrado a uno al que le había tenido que cercenar la muñeca con su sable para obligarlo a arrojar la antorcha, pero que la había cogido con su mano izquierda para continuar con la faena y se habían visto obligados a matarlo».

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