
Habitualmente acortada en la terminología militar a la frase «ningún plan sobrevive al contacto con el enemigo», esta afirmación se ha convertido en uno de los aforismos más citados. Sin embargo, esta versión condensada suele dejarse fuera un importante calificador: «el primer choque con la fuerza principal enemiga»; a pesar de lo cual sigue siendo una verdad general que avisa al comandante de que el enemigo tendrá algo que decir sobre cómo sucederán las cosas. Por otro lado, el único problema con esta famosa cita es que no es cierta. En ocasiones —raras, seguro, pero las hay— los planes discurren exactamente como habían sido diseñados o incluso tienen éxito más allá de los sueños más delirantes.
En esta guerra la Wehrmacht ya había pasado por momentos como esos: el Plan Amarillo de 1940, por ejemplo, o la Operación 25, la Campaña de Yugoslavia de 1941638 y otro proyecto absolutamente exitoso fue la Operación Achse. En toda operación hay muchas cosas que dependen de la actitud del enemigo: algunos luchan con uñas y dientes, otros lo hacen bastante bien y algunos desaparecen por completo. A la hora de reaccionar contra la Operación Achse el ejército italiano eligió la tercera opción.
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