Los Brandeburgueses asaltan el puente de Gennep disfrazados de prisioneros de la policía holandesa

A las 2:30 horas, la pequeña columna de hombres cruzó la frontera y comenzó su trayecto hacia el puente de Gennep. Uno de los holandeses cambió de opinión nada más pasar al otro lado y Walther encargó sin demora a uno de sus hombres que lo escoltase de vuelta al puesto avanzado en territorio alemán, dónde debía ser internado para evitar cualquier posible brecha de seguridad.

El resto continuaron adelante y llegaron puntuales al puente, deteniéndose a 800 metros para un último repaso de los detalles. El grupo emergió entonces a la vista y sus miembros anduvieron lentamente hacia su blanco. El sargento bávaro Hermann Stöhr, segundo de Walther, recordaría posteriormente el ataque:

«El puente en sí, una imponente construcción de hierro, tenía unos 150 metros de longitud y un sistema defensivo con búnkeres y una guardia permanente de alrededor de una sección, si no más. Creo que todos en nuestro “comando” notaron cierta indisposición cuando lo vieron. Pero la insolencia se impone; algo que demostraríamos poco más tarde. Una carretera despejada llevaba hasta el puente y los holandeses ya nos habían visto. A la entrada del mismo salieron cuatro holandeses a nuestro encuentro.

¡Era el momento de actuar! ¿Pensarían todavía que éramos prisioneros? y, de ser así, ¿era un peligro este puñado de soldados alemanes, había más tropas germanas todavía por aparecer? ¡Quién sabe! El teniente Walther y yo pusimos de súbito nuestras pistolas contra el pecho de los guardias, siendo esta acción invisible para los que estaban al otro extremo del puente. Walther no perdió de vista a los centinelas mientras yo avancé los dos pasos que me separaban de la garita, respiré hondo, saqué mi cuchillo y corté todos los
cables que estaban a mi alcance.

No me percaté de lo que sucedía a mi alrededor, ya que solo tenía ojos y oídos para los cables. Entre tanto, parece que un holandés había sospechado y había disparado, produciendo nuestro primer herido grave. Todavía sigue siendo un misterio para mí hoy en día el que no me enterase de nada».

En efecto, de modo milagroso, los hombres que defendían el otro extremo del puente no mostraron reacción alguna al disparo. Walther y Stöhr, junto con otro brandeburgués y un intérprete holandés, Martin van Haalen, continuaron su avance a lo largo de toda la extensión del puente, manteniendo su disfraz, mientras el resto de miembros del grupo de Walther se ponían a cubierto en la orilla occidental.

Quiero el Libro

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