
Recibimos noticias de un solitario bombardero B-17 que volaba a lo largo del Rhin. Despegué del aeródromo de Lechfeld junto con mi punto, el Oberfeldwebel Kreutzberg a las 12.45 horas. Volando uno sobre el otro, tratamos de localizar el aparato enemigo. Después de 40 minutos de vuelo, mi punto informó que estaba escaso de combustible y que tenía que regresar a la base. Decidí seguirlo durante unos minutos. Después noté una sombra de un aparato que volaba a más altitud de modo que decidí acercarme a comprobar de qué se trataba. Al acercarme descubrí que no se trataba del Me 262 de Kreutzberg, sino del B-17 que buscábamos. Tuve que atacar rápidamente ya que yo también me estaba quedando sin combustible. Ataqué por la retaguardia, pero no abrí fuego porque el B-17 estaba a unos 800 metros de distancia. Hizo un giro brusco y ahora estaba frente a mí. Ataqué de nuevo por detrás y por debajo. Mientras tanto, habíamos llegado a Stuttgart. La Flak local abrió fuego con todos sus cañones. Esta fue probablemente, la razón por la que el enemigo no pudo evadir mi ataque. Logré alcanzar el ala izquierda. Los proyectiles tuvieron un efecto devastador. El ala se rompió de inmediato. Cuando miré los indicadores de combustible, ambos indicadores tenían los niveles a cero. Tuve que volver al suelo. El aeródromo de Stuttgart-Echterdingen estaba delante de mí. Aunque hubo bengalas rojas, recibí disparos continuos en mi dirección durante la etapa final de aproximación a tierra porque el aeródromo había sido atacado horas antes. Logré aterrizar el avión con mucha suerte entre los cráteres de las bombas.