La tercera gran derrota de Inglaterra contra España. Derrotas inglesas en el Río de la Plata

Este libro nace con la intención de rememorar una de las grandes efemérides que rubrican la presencia hispánica en el mundo. Del mismo modo que la batalla de Trafalgar fue importante para consolidar el dominio inglés sobre los mares, la batalla de Buenos Aires lo fue para certificar el dominio hispánico sobre la tierra americana. Pero si Trafalgar es recordada, lo ocurrido en Buenos Aires ha sido olvidado.

Esta asimetría nos pone sobre la pista de las trampas que nos encontramos cuando pretendemos conocer la historia. Porque lo olvidado se convierte en inexistente. Se dirá entonces que Gran Bretaña no conquistó la América española porque no le interesaba, porque sólo quería bases para sus ataques piráticos y su contrabando.

La verdad es que durante siglos lo intentó y sufrió graves derrotas (La Coruña-Lisboa 1589; Cartagena de Indias 1741; Buenos Aires 1807). Pero esta última embestida, debido a la efectiva debilidad de España y al poder ya alcanzado por Inglaterra a esa altura de la historia, era la que más garantías de duradero éxito parecía tener. Sin embargo, el último gran envite, acabó otra vez con una completa victoria española.

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La guerra aérea en el Mediterráneo

La tarde que siguió fue prolífica para la aviación del Eje porque sus bombas y torpedos golpearon al vetusto acorazado Centurión, al destructor Airedale y al destructor australiano Néstor.

De los tres solo el último fue incapaz de llegar a puerto, hundiéndose a primera hora de la mañana del 16 de septiembre mientras era remolcado hacia Alejandría. Los cuatro S.M. 79 italianos que lanzaron sus torpedos contra el Néstor fueron emboscados en su regreso a Sicilia por cazas P-40 que abatieron a uno de los cuatro torpederos. El otro buque perdido en esa difícil tarde fue el crucero ligero Hermione, hundido a primeras horas de la noche del 15 de septiembre por el submarino alemán U 205 durante su viaje de regreso a La Spezia tras completar su séptima patrulla regular.

Más o menos a la misma hora en la que el Hermione desaparecía de la superficie del Mediterráneo Oriental, el almirante Henry Harwood, comandante de la Mediterranean Fleet, indicó al almirante Philip Vian que los italianos habían suspendido su intento de darle caza y que podía reemprender el camino hacia Malta. Como jefe en el terreno que era, el almirante Vian sabía que la elevada velocidad y constantes cambios de rumbo habían hecho consumir mucho carburante a sus navíos, en particular los destructores.

Así mismo el continuo combate antiaéreo había gastado dos terceras partes de esa munición. Por ese motivo el jefe del convoy declinó la sugerencia de su superior y ordenó el regreso definitivo hacia Alejandría, puerto que alcanzó el 17 de junio de 1942, dando así fin a la Operación Vigorous.

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El cañón de asalto SU-152 frente a los carros alemanes en Kursk.

El único vehículo de combate soviético que podía hacer frente de forma efectiva a los carros pesados alemanes en el verano de 1943 era el SU-152, un cañón de asalto montado sobre el chasis de un KV-1, armado con un cañón de tipo obús de 15,2 cm.

El máximo poder de penetración de los proyectiles de este cañón llegaba a 13 o 14 cm. No obstante, disparando desde cortadistancia y siempre que el impacto fuese en ángulo recto. Con estos datos, teóricamente todos los carros alemanes podrían ser atravesados frontalmente, excepto el Ferdinand.

Desde 1000 metros e impactando con un ángulo favorable, todavía podían penetrar entre 11 y 12 cm de acero. Sin embargo, en cuanto el ángulo de impacto se desviaba unos 30 grados de la perpendicular, esa era la configuración estándar en las pruebas de disparo alemanas, el poder de penetración bajaba a entre 9 y 10 cm. Así pues, las tripulaciones de los Tiger y Panther aún tenían oportunidad de salir indemnes de un impacto frontal de un SU-152, aunque el efecto provocado por los casi 50 kg del proyectil del SU-152 era en realidad más destructivo que los centímetros de penetración que los tests arrojasen.

Así por ejemplo, en un informe de postmisión del 503.º Batallón de Carros Pesados fechado el 10 de octubre de 1943, se dice que «el impacto de un cañón de asalto soviético sobre un Tiger, incluso desde 1.500 metros en adelante podía producir daños severos en la bañera y grietas en la plancha frontal». Además, la sacudida tan fuerte siempre provocaba que todos los soportes del habitáculo del carro se descolgasen.

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A Moscú, si los vehículos se atascan se seguirá a pie.

Al sur del XXXXVI Cuerpo Panzer de Vietinghoff se hallaba el XXXX Cuerpo Panzer de Stumme, que recientemente se había abierto camino combatiendo a través de la línea soviética fuertemente fortificada de Mozhaisk, y había sufrido fuertes pérdidas en el proceso.

En una semana de lucha, la Das Reich de Bittrich sufrió 1.242 bajas (incluidos 270 muertos), mientras que la 10.ª División Panzer tuvo que lamentar otras 776 bajas (de las que 167 fueron muertos). Ni siquiera después de combates tan agotadores podía haber descanso en la persecución del enemigo, así que Stumme lanzó a sus hombres adelante a pesar del hecho de que el diario de operaciones del XXXX Cuerpo Panzer observó el 19 de octubre que «el grueso de los vehículos de las dos divisiones motorizadas está atascado». Por tanto, el avance continuó a pie para la mayoría de los hombres, como describió el Obersturmführer Günther Heysing:
«Estos soldados de infantería, todos con la misma expresión en el rostro bajo sus descoloridas gorras de campaña, caminan silenciosamente por el barro, paso a paso hacia el este. El líquido arcilloso llega a la parte superior de sus botas y se mete en su interior. ¡Qué importa! Sus pies llevan empapados días en cualquier caso. También están mojados los pantalones, que se ajustan alrededor de sus rodillas como frías compresas cada noche. Las casacas también están mojadas, manchadas de arcilla. Lo único seco y caliente son las colillas de cigarrillo centelleantes que les cuelgan de las comisuras de los labios y sus corazones, latiendo en sus pechos»

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La evacuación de Viaz’ma vista por Vasily Grossman

A pesar de las frenéticas contramedidas soviéticas, los anillos blindados de los tres grupos panzer de Bock se cerraban rápidamente, lo que causó un gran temor de quedar atrapados sin poder zafarse ante la llegada de los alemanes. Al presenciar esta confusión en aumento, el periodista soviético Vasily Grossman escribió el 4 de octubre:

«Pensaba que había visto retiradas, pero nunca he visto nada como lo que estoy presenciando en este momento, y nunca me hubiese podido imaginar nada parecido. ¡Éxodo! ¡Éxodo bíblico! Vehículos en movimiento en ocho columnas, el violento rugir de docenas de camiones que tratan simultáneamente de sacar sus neumáticos del barro. Enormes rebaños de ovejas y vacas conducidos por los campos. Son seguidos por columnas de carros tirados por caballos, hay miles de carros cubiertos con arpillera de colores, latón, estaño… También hay muchedumbres de personas a pie con sacos, atillos y maletas. Esto no es una inundación, no es un río, se trata del lento movimiento de un océano, esta corriente es de varios centenares de metros de anchura… Hay momentos en los que siento intensamente que hubiésemos viajado en el tiempo al pasado, a la era de las catástrofes bíblicas».

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