Asalto a un búnker francés en la ribera de Sedán. LA BLITZKRIEG CONTADA POR SUS PROTAGONISTAS

Una vez ha recuperado el aliento, el enemigo abre fuego de artillería sobre el Mosa, exactamente en el punto de cruce de los zapadores alemanes –puede observarlo con todo detalle desde el terreno elevado del sur de Sedán. Uno de los búnkeres de cañones contracarro abre entonces fuego contra los atacantes. Se aproximan al siguiente búnker por la retaguardia; el grupo se acerca sigilosamente por el punto ciego que producen los tubos de los cañones. Rubarth va primero, como de costumbre. Obstáculos de alambrada y cables bajos bloquean el camino, pero una vez más, logra introducir la carga explosiva por la aspillera: Rubarth se pone a cubierto… no ocurre nada. La espoleta ha fallado. Bueno, pues otra vez arriba, nueva espoleta y ahora sí… se produce una explosión. Parte de la pared del búnker queda en ruinas. Las granadas de mano animan a los ocupantes a moverse y salen arrastrándose, entumecidos por el humo de la pólvora –llorando, gimoteando, completamente abrumados. «¡Oh –camerade!», tartamudean, agitando una bandera blanca. El ataque de los Stuka les ha destrozado los nervios y la carga concentrada de Rubarth los ha reducido a gelatina.

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