Los Brandeburgueses en el norte de África

Una vez que los hombres de Koenen estuvieron en Libia comenzaron un entrenamiento intensivo y fueron puestos bajo el mando directo de Rommel. En fecha tan temprana como marzo de 1941, el OKH había pasado a Rommel una propuesta del capitán de caballería Friedrich von Homeyer para la formación de un escuadrón de alta movilidad y doble propósito reconocimiento/incursor de una docena de hombres equipados con seis Kubëlwagen.

Homeyer abogó por misiones en la profundidad del desierto vía Kufra y Auwenat hasta Dereut, en el valle del Nilo. Aunque recibió autorización para formar una unidad mayor – 580.º Batallón de Reconocimiento (mot) [Aufklärungs Abteilung 580 (mot)] de la 90.ª División Ligera- en agosto de 1941, su fuerza no llegó al norte de África hasta 1942, resultando Homeyer muerto con posterioridad por el fuego de artillería británico el 3 de julio en El Alamein y siendo su unidad expandida posteriormente a batallón de reconocimiento blindado y agregada a la 21.ª División Panzer.

Rommel sentía cierta desconfianza hacia los brandeburgueses recién llegados, profesando cierta aversión a la «guerra en las sombras» y prohibiendo estrictamente el empleo de disfraces de uniformes enemigos, práctica que pensaba que contravenía de plano las reglas de la guerra. No obstante, tras su llegada, los elementos avanzados de la 13.ª Compañía fueron rápidamente despachados al frente y pronto comenzaron a operar como tropas de reconocimiento avanzado para las fuerzas alemanas.

Parece que el Abteilung von Koenen fue dividido inicialmente en dos componentes, uno de ellos basado en Bengasi y sus alrededores a finales de noviembre, mientras que el otro se quedó en Agedabia al mando del sargento Doehring.

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Batallas de blindados en los alrededores de Tobruk. Duelo en el desierto.

Rommel había perdido el efecto sorpresa, pero el ataque no se detuvo. Había dirigido personalmente la marcha de aproximación de los carros, y luego dejó a Streich al mando. Pero el comandante de la 5.ª División Ligera quedó atrapado bajo el fuego australiano y permaneció durante toda la batalla aislado y sin poder intervenir. Otro motivo más para que Rommel le culpara del fracaso del ataque.

Duelo en el desierto. Antonio Muñoz

El 1.er Batallón del 5.º Regimiento Panzer, con 23 carros y apoyo de infantería, había seguido al otro batallón de Olbrich en su intento de entrar en la brecha. Los australianos dejaron pasar a los carros y se concentraron en la infantería del 8.º Batallón de Ametralladoras. Salvo un centenar de hombres que pudieron seguir avanzando, el resto de los soldados de Ponath se metió bajo el fuego graneado australiano y tuvieron que refugiarse en la zanja antitanque y en las ruinas de una pequeña construcción abandonada. Ponath informó de que cualquier movimiento hacia delante era suicida.

Una vez cruzada la zanja, Olbrich reagrupó sus panzer en un punto conocido como «Goschen House». Sin apoyo de infantería, sus carros eran un blanco perfecto, pero Olbrich dio orden de marchar en dirección norte, hacia King’s Cross, según las instrucciones que Rommel le había dado. Al alba, los panzer se encontraron con las posiciones de los cañones de 25-pdr al oeste de la carretera de El Adem. Aquella noche Morshead había ordenado al 1.er Regimiento de Artillería Montada que se moviera a esta posición al norte de la Blue Line, y esto resultó crucial. Poco después llegaron una docena de Cruiser y Matilda, atacando en los flancos de la columna alemana. Los alemanes comprobaron con sorpresa que el blindaje frontal de los Matilda era impenetrable para sus cañones a más de mil metros.

El fuego de los cañones británicos sobre la punta de lanza alemana fue decisivo para el resultado de la batalla. Las trazadoras y los relámpagos explosivos iluminaban el paisaje yermo del desierto con luces que un oficial artillero comparó con el festival pirotécnico de Blackpool. Un Pz IV perdió la torreta por un disparo directo. El terreno llano no proporcionaba ninguna cobertura a los carros, y las pérdidas aumentaban bajo la lluvia de obuses HE de las piezas de 25-pdr.

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Lucha final en los alrededores de Caen. Granaderos de Kurt Panzer Meyer

Unos cincuenta granaderos panzer se habían refugiado en algunas trincheras abandonadas y en refugios a prueba de bombas dejados por los antiguos defensores del aeródromo. Estos cincuenta eran lo supervivientes del I batallón del 26 Regimiento. El resto del batallón había ocupado el extremo exterior del aeródromo. Los efectivos de esta posición ascendían a un total de entre 150 y 200 soldados.

Los defensores de Carpiquet ya no disponían de ningún arma con la que destruir carros de combate. Los cañones contracarro de este batallón habían sido destruidos unos pocos días antes. No obstante se habían tendido campos de minas en su frente. Los granaderos panzer conocían su cometido. El jefe de sección y sus soldados debían retirarse combatiendo en una acción dilatoria hacia las afueras de la parte oriental de Carpiquet y atraer a los atacantes canadienses para que se introdujeran en la villa. Se habían emboscado cañones de 88 mm al este de Carpiquet. Además, las afueras de la población estaban enfiladas por los campos de tiro de carros de combate adecuadamente posicionados.

Como resultado de los combates anteriores ya no era posible reforzar a los efectivos de infantería en este sector. La única opción para la defensa era la concentración de todas las armas pesadas. Nuestra artillería y los morteros se encontraban ya apuntando sobre la villa. Tras mi llegada al puesto de mando de la división se me informó de una animada actividad de radio por parte canadiense. Su evaluación llevó a la conclusión de que las fuerzas enemigas estaban concentradas en Norrey y St. Manvieu. Dicha actividad se incrementó de manera significativa el 3 de julio.

Para aprovecharnos de la posibilidad de desbaratar los preparativos de las unidades atacantes e infligir, cuando menos, graves daños a un enemigo que estaría presumiblemente reunido en un espacio muy reducido, se dirigió contra dicho espacio el fuego concentrado de la artillería a las 06:00 horas. Logramos alcanzar sus áreas de concentración, obteniendo buenos efectos.

Mientras los cohetes sobrevolaban el aeródromo dejando sus largas y furiosas estelas detrás de ellos, me subí a lo alto de los escombros de los edificios del aeródromo en busca de Bernhard Krause. Bernhard había escogido un refugio a prueba de bombas para establecer su puesto de mando. Desde allí podía observar el aeródromo y Carpiquet.

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Napoleón en Waterloo, 204º Aniversario. Memorias del capitán Coignet

Llegó un oficial procedente de nuestra ala derecha. Le dijo al emperador que nuestros soldados se batían en retirada. «Estás equivocado», dijo él, «es Grouchy que viene». Entonces partió de inmediato en esa dirección para asegurarse del suceso.

El oficial regresó y confirmó que una columna prusiana avanzaba rápidamente sobre nosotros y que nuestros soldados se batían en retirada. No había manera de sostenerse. El emperador tomó medidas. Mediante una maniobra del ejército hacia la derecha se pudo rechazar a esta columna. Pero entonces llegó un ejército a cuyo frente iba el general Blucher, mientras Grouchy lo buscaba en el lado opuesto. El centro de nuestro ejército había quedado debilitado por esta maniobra.

Eso le dio un respiro a los ingleses, ya que no podíamos enviar refuerzos a Ney, que según nos dijeron los oficiales, estaba en peligro de muerte. El ejército prusiano había logrado ponerse en línea, se había completado la maniobra de unión de los coaligados. Se podían contar dos o tres contra uno, no había manera de sostenerse. El emperador, abrumado, llamó a su guardia y la hizo marchar hacia delante hasta el centro de su ejército en columnas cerradas. Seguido de todo su estado mayor, formó los batallones en cuadros.

Tras haber finalizado esta maniobra, espoleó su caballo hacia delante con el objeto de entrar en el cuadro mandado por Cambronne; pero todos sus generales lo rodeaban. «¿Qué estás haciendo?», le gritaron. «¿No es suficiente para ellos haber obtenido la victoria?». Su designio era conseguir que le matasen. ¿Por qué no le dejaron que lo cumpliese? Le hubiesen ahorrado muchos sufrimientos y, al menos, todos hubiésemos muerto a su lado….

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La batalla de Inglaterra. Dogfight – Historias épicas del combate aéreo

«Después de cruzar la costa los cazas británicos llegaron desde gran altura, volando muy rápido. Atravesaron los He 111 situados delante y debajo de nosotros para atacar la retaguardia de la formación.

Durante el picado algunos de los Spitfire se separaron de los otros. Dando gas a fondo, mi escuadrilla pudo acercarse a estos y situarse en posición de ataque. Disparé una larga ráfaga y se desprendieron piezas del fuselaje y alas del Spitfire. El piloto abrió la cúpula corredera y saltó de la cabina. Como me acercaba muy rápido, me aparté a la izquierda del Spitfire y vi abrirse su paracaídas».

El Spitfire al que alcanzó Losigkeit era probablemente el pilotado por el alférez Bob Holland del escuadrón Nº 92, quien sufrió heridas leves al aterrizar.

«Nuestro escuadrón volaba en cuatro vic de tres, en formación escalonada hacia abajo. Los bombarderos volaban en formación escalonada hacia arriba. En un ataque frontal, se suponía que cada vic debía pasar por encima del avión al que atacaban e inmediatamente por debajo del bombardero que le seguía. Para hacer esto tenía que haber un espacio adecuado entre los vic de nuestro escuadrón. Mi vic se había adelantado demasiado por lo que si hubiera roto hacia arriba habría chocado con un Hurricane del vic que encabezaba nuestra formación».

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