Sollum y Forte Capuzzo – Duelo en el desierto, de Compass a Gazala

La columna del desierto, un grupo de tamaño brigada de la 7.ª División Blindada, había avanzado durante la mañana hacia su objetivo, Sidi Azeiz, mientras contorneaba el flanco derecho de Rommel.

Duelo en el desierto. Antonio Muñoz

Pequeños grupos de carros alemanes contraatacaban para retrasar a la columna, pero al mediodía la fuerza británica había alcanzando una posición al oeste de Forte Capuzzo. En ese momento, al escuadrón A del 2.º RTR sólo le quedaban nueve Cruiser en estado operacional. Una patrulla enviada hacia Sidi Azeiz informó entonces de que una fuerte columna de panzer se dirigía hacia las posiciones británicas en Forte Capuzzo. Se trataba de los carros del 2.º Batallón del 5.º Regimiento Panzer, a los que von Herff había movido desde el suroeste de Bardia hasta allí para contraatacar.

Los alemanes creían que el ataque de Gott era el preludio de una ofensiva británica de mayor envergadura, y no querían repetir las malas experiencias que habían tenido en el perímetro con los Matilda. También creían que los británicos les atacaban con un centenar de carros, y se pidió a la Luftwaffe y a la Regia Aeronautica que intervinieran para neutralizar el ataque (ULTRA dio cuenta puntualmente de la pobre coordinación entre la Luftwaffe y las fuerzas de tierra). Rommel retiró también tropas del asedio de Tobruk y reforzó a von Herff con el 1.er Batallón del 8.º Regimiento Panzer del teniente coronel Hans Cramer y una batería de cañones de 88 mm. El Kampfgruppe, al mando del barón Hans-Karl Freiherr von Esebeck, se dirigió inmediatamente a Sollum.

Los alemanes concentraron sus esfuerzos en la columna británica que avanzaba en el centro, y que era al mismo tiempo la que más se había aventurado hacia el norte y la más débil. Al mediodía von Herff lanzó al batallón sobre Forte Capuzzo. La compañía D del 1.er Batallón de Infantería Ligera de Durham fue literalmente despedazada por el ataque alemán. El resto del batallón se retiró por la carretera de Musaid, ocultos por una fortuita tormenta de polvo.

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Coignet hace de vientre en mitad de la batalla de Aspern-Essling entre los dos ejércitos enfrentados.

A la izquierda de Essling, el enemigo habían emplazado cincuenta piezas de artillería frente a nosotros. Me dieron ganas de hacer mis necesidades pero ante la imposibilidad de poder hacerlo en la retaguardia me tuve que adelantar a la línea de batalla.

Tras avanzar una distancia prudente dejé mi mosquete en el suelo y me puse a mis cosas, dándole la espalda al enemigo. Una bala de cañón rebotó en el suelo cerca de mí y me salpicó de tierra la espalda. Me sentí abrumado por este golpe; por suerte fue la mochila la que me salvó. Tras acabar, recogí el mosquete con una mano mientras me subía los pantalones con la otra y regresé a mi puesto con el lomo un poco magullado. Mi comandante, al verme en ese estado, se me acercó al galope: Me preguntó, «¿estás herido?». «No es nada comandante, han querido limpiarme el trasero pero fallaron». «Vamos, bebe un trago de ron para recuperarte».

Me ofreció una botella forrada de mimbre que tomó de las fundas de sus pistolas. «Después de ti, por favor», le dije yo. «¡Dale un buen trago! ¿Vas a volver solo?». «Sí», le contesté. Partió al galope y yo llegué a mi puesto con mi mosquete en una mano y sujetándome los pantalones con la otra. Una vez situado en la fila estuve listo.

«Bueno», me dijo el capitán Renard, «has escapado bien». «Así es, mi capitán. El papel del enemigo es muy áspero, no pude usarlo. Son unos patanes»…

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Las dificultades de mantener el perímetro de la bolsa de Viaz’ma. Operación Tifón. David Stahel

Sin embargo, cuando la batalla llegaba a su clímax final, los panzer de Funck no podían estar en todos sitios a la vez, y la infantería lo pagó con enorme sufrimiento.

El 7.º Regimiento de Granaderos fue atacado en la mañana del 14 de octubre e informó: «Carros pesados rusos han roto la línea defensiva principal del 3.er Batallón… No podemos destruir los carros con nuestras armas… A los hombres no les queda munición y están siendo arrollados por los blindados rusos». De hecho, se perdieron unos 700 hombres de la división panzer de Funck en estos combates defensivos en la bolsa de Viaz’ma. De una compañía de 140 hombres, 105 resultaron muertos o heridos. La intensa lucha también causó pérdidas al 25.º Regimiento Panzer, y para el 15 de octubre, el tono de las cartas de Karl Fuchs mostraba un talante muy distinto. La muerte de su buen amigo Roland hizo que Fuchs se preguntase: «¿Por qué tuvimos que entregar su vida ahora, con el final prácticamente a la vista?».

El 13 de octubre, la bolsa de Viaz’ma estaba siendo dividida en una serie de embolsamientos más pequeños a medida que el avance de la infantería procedente del oeste comenzaba a establecer contacto con las tropas panzer de Hoepner y Reinhardt.22 Este episodio cerró, en gran medida, las grandes batallas en el área de Viaz’ma, aunque durante semanas continuaría siendo un territorio muy peligroso para unidades alemanas aisladas. Ni siquiera las unidades de retaguardia estaban a salvo, ya que no había habido forma de sellar de modo efectivo ni de peinar cada metro cuadrado de la bolsa, lo que significaba que, mientras algunas unidades soviéticas luchaban para poder escapar del cerco, otras, a sabiendas o no, acabaron escabulléndose a través del cordón alemán…

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La 96.ª Media Brigada francesa y el vino de Málaga. Memorias del capitán Coignet

Partimos para Bayona; la distancia era grande; padecimos el calor, pero al fin llegamos al puente de Irún.

Nuestros camaradas encontraron un nido de cigüeña y cogieron a los dos polluelos. Las autoridades vinieron a ver al coronel a reclamarlos; el alcalde demandó que se los entregasen, porque estas aves eran necesarias en ese clima para la contención de serpientes y lagartos; dijo que en su país se penaba con galeras a aquellos que matasen cigüeñas. Así que, por esta razón, se ven por todos sitios; las llanuras están atestadas de ellas, y merodean por las calles de los pueblos. Se les colocan ruedas viejas en lo alto de postes y hacen sus nidos en lo más alto de los edificios.

Tras haber llegado al lugar de nuestra primera parada, algunos de nuestros soldados encontraron vino de Málaga a tres sous la botella y se lo bebieron como si fuese suero de leche; se desplomaron completamente borrachos. Fue necesario requisar carros para cargarlos como si fuesen terneros (estaban como muertos). Pasada una semana todavía era necesario alimentar a nuestros borrachos; eran incapaces de mantener la sopa dentro de la cuchara. Ni un solo soldado pudo comerse su ración, de lo potente que había sido el vino. Llegamos a Vitoria, una ciudad encantadora, de allí pasamos a Burgos y de ésta a Valladolid, una ciudad grande y bella….

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El descomunal esfuerzo ofensivo soviético en el verano de 1944: Bagration – L’vov-Sandomir – Yassi-Kishinev

Este mapa del libro pone de manifiesto el hercúleo esfuerzo ofensivo del Ejército Rojo en el verano de 1944. Hasta seis grandes ofensivas simultáneas y sucesivas a lo largo de miles de kilómetros de frente.

De la Derrota a la Victoria examina el modo en el que el Ejército Rojo de la Unión Soviética ejecutó las operaciones militares en Europa oriental desde finales de junio a septiembre de 1944. Resurgiendo de las cenizas de las vergonzosas y costosas derrotas de 1941 y 1942, el Ejército Rojo tomó la iniciativa estratégica a finales de 1942, consolidó sus éxitos en 1943 y se embarcó en una serie de ofensivas estratégicas en 1944 que pusieron a la Wehrmacht de rodillas y dejaron el camino expedito hacia la victoria total en 1945.

¿Cómo ocurrió esta transformación y qué características determinaron su éxito?, se pregunta Dick. Según mantiene, la respuesta puede encontrarse en la serie de grandes ofensivas estratégicas que llevó a cabo el Ejército Rojo durante este periodo. Su análisis de estas ofensivas, contextualizado en los cambios doctrinales e institucionales que tuvieron lugar en el Ejército Rojo durante 1942 y 1943, proporciona todos los detalles a esta respuesta. En pocas palabras, a pesar de las imponentes dificultades a las que se enfrentó en los dos primeros años de la guerra, el Ejército Rojo aprendió en última instancia el modo de librar una guerra al nivel operacional; esto, a su vez, propició la victoria estratégica.

CJ Dick demuestra cómo diferentes experiencias históricas, en particular las referentes al tipo y a la magnitud del modo de hacer la guerra, llevaron al este y al oeste por diferentes sendas conceptuales. Su análisis concluye que la vía soviética era más adecuada para la naturaleza terrestre de la Segunda Guerra Mundial. En pocas palabras, el rigor soviético en el análisis teórico, junto con la hábil explotación de su mayor y más traumática y costosa experiencia, llevó al Ejército Rojo a evolucionar conceptos y técnicas operacionales superiores, como muestra claramente en este estudio el análisis comparativo de métodos y resultados.

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