El «Führungschaos» – Pánico en Narvik. NORUEGA 1940. Antonio Muñoz

En la mañana del 14 de abril se confirmaron las noticias del ataque británico en Narvik y el hundimiento de los destructores alemanes que todavía sobrevivían a la primera batalla. Hitler consideró todo aquello una verdadera catástrofe. «Hemos tenido mala suerte», le dijo simplemente a Brauchitsch. Las tropas de Dietl, su viejo compañero de lucha desde 1919, habían quedado aisladas. Hitler temía que un fiasco en el norte podía dañar su prestigio ante el OKH, resentido por haber sido apartado del planeamiento de la operación.

La reacción de Hitler ante las primeras dificultades estuvo muy lejos de la «inalterable determinación» de tintes místicos con la que gustaba revestir sus decisiones. Aunque Dietl no había sufrido todavía un solo ataque, el 14 de abril Hitler le ordenó que evacuara Narvik y buscara refugio con sus fuerzas en Suecia, y más tarde sugirió que se replegara a las montañas circundantes, lo que, con la falta de vituallas, significaba la destrucción de las tropas.

Los que rodeaban a Hitler en la sala del Gobierno del Reich, que se utilizaba para sus conferencias militares, quedaron pasmados. «Reacción espantosa (de Hitler)», anotaba en su diario Jodl, quien denominó a este periodo «Führungschaos» («caos en la dirección»).

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