El milagro de Dunkerque – El mito de la Blitzkrieg

Ese es el tïtulo del Capítulo Octavo de nuestro libro El Mito de la Blitzkrieg de Karl Heinz Frieser, el monumental estudio de la Blitzkrieg y de la Campaña de Francia de 1940.

A no ser que ocurra un milagro a nuestro favor, en los próximos días habremos perdido prácticamente todos nuestros soldados entrenados.

 General Sir Edmund Ironside, Jefe del Estado Mayor General Imperial británico, 25 de Mayo de 1940

I.- ANTECEDENTES DE LA ORDEN DE ALTO (de los Panzer)

El 24 de mayo, los alemanes habían avanzado hasta llegar a quince kilómetros de Dunkerque, el único puerto del Canal que aún estaba en manos de los aliados. Aquel día, sus elementos de vanguardia ya habían cruzado el Canal del Aa, que era el último obstáculo natural y no había tropas enemigas de entidad posicionadas entre los panzer alemanes y Dunkerque de modo que solo era cuestión de una pocas horas para que la última salida quedara cerrada y alrededor de un millón de soldados británicos, franceses y belgas quedaran atrapados en la trampa.

Además, en la mayoría de los casos, dichos soldados aún estaban a un centenar de kilómetros de Dunkerque, luchando contra las divisiones del Heeresgruppe B y no tenían posibilidad de reaccionar frente a la amenaza mortal que se cernía sobre su retaguardia. Entonces tuvo lugar uno de los acontecimientos militares más extraños de la historia militar del siglo veinte: el «milagro de Dunkerque». Sorprendidos e incrédulos, los soldados aliados descubrieron que los panzer alemanes se detenían repentinamente, como por arte de magia.

Contrariamente a la opinión general, Hitler no fue el origen de la orden de alto pues el dictador no pudo detener a los panzer el 24 de mayo debido a que, en ese momento, ya habían sido detenidos, pero lo que sí hizo fue intervenir en el momento álgido de una crisis de mando dentro del generalato. La causa inmediata de la orden de alto estaba en la controversia que constituye la esencia de este episodio, es decir, el conflicto entre tradicionalistas y progresistas. El día anterior, había habido considerables diferencias de opinión entre los generales con respecto al que habría de ser el empleo posterior de la fuerza panzer. Esta ruptura puede ilustrarse con la ayuda del siguiente modelo por capas.

  • Los generales panzer (a nivel divisionario y de cuerpo de ejército) querían atacar tan pronto como fuera posible.
  • Los Comandantes en Jefe a nivel de ejército y grupo de ejércitos (Kluge y Rundstedt) abogaban por detener los panzer un breve tiempo para permitir a las demás unidades que se acercaran.
  • El Alto Mando del Ejército estaba a favor de un avance rápido.
  • Hitler y con él el Alto Mando de la Wehrmacht, se inclinaban a favor de frenar a las formaciones panzer.

La causa de esta controversia fue nuevamente la psicosis del flanco. Von Rundstedt explicó posteriormente a von Bock que:

«¡Me preocupaba que las débiles fuerzas de Kleist fueran arrolladas por los ingleses en fuga!».

Y von Sodenstern, su Jefe de Estado Mayor, también pensó que «no era una buena cosa» el «evaluar la situación con demasiado optimismo». El 25 de mayo, día en que las divisiones aliadas rodeadas estaban retirándose en torrente hacia Dunkerque, el alto mando del Heeresgruppe A aún se estaba preocupando por la posibilidad de que los propios alemanes resultaran cercados:

«No se puede descartar la posibilidad de que el enemigo este ejecutando sus movimientos de acuerdo a un plan uniforme, con la intención de romper a través de las líneas del 4. Armee y sus tropas móviles subordinadas atacando desde el norte y desde el sur, para restaurar el contacto entre sus ejércitos separados».

Esta crisis resultó, por decirlo de algún modo, endógena porque su origen no puede remontarse a una amenaza externa del enemigo sino al modo de pensar de algunos líderes militares de alto rango quienes, al enfrentarse a una victoria incomprensible, perdieron los nervios en el último momento cuando no había motivos para temer una contraofensiva seria desde el norte o desde el sur.

Von Bock, cuyo Heeresgruppe B estaba empujando a las divisiones aliadas del norte, ya derrotadas y en proceso de disolución, hizo una estimación de la situación considerablemente más realista; escribiendo en su diario, con respecto al miedo a los flancos del cuartel general del Heeresgruppe A, el siguiente comentario lleno de sarcasmo:

«No tengo preocupaciones de este tipo en absoluto; si en algún momento estuvieron justificadas, se han vuelto completamente nulas desde el momento en que el 18. y el 6. Armeen han agarrado al inglés por la garganta de tal modo que podrá darse por satisfecho si consigue escapar con vida y nada más».

Comprar Libro

Esta entrada ha sido publicada en El Mito de la Blitzkrieg y etiquetada como , . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.